Ante la desolación, los feligreses buscaron refugio en las imágenes religiosas que hoy constituyen las principales tradiciones
En 1833, los feligreses acudieron al Señor del Monte para que cesara la epidemia del cólera.
Miguel Cerna.- La identidad que en nuestros días representa a los jocotepenses, quizá no sería la misma sin la cantidad de enfermedades que azotaron a sus pobladores en el transcurso de su historia; destacando especialmente la del cólera morbus de 1833 y la “gripe española” de 1918, pandemias que modificaron tajantemente la vida pública, cultural y religiosa del municipio.
Aunque de 1815 a 1851 se registraron 36 enfermedades contagiosas -como la viruela, sarampión, tifoidea, influenza, entre otras- con la del cólera de 1833 se inició el culto al Señor del Monte, que desde entonces se convirtió en el patrono universal de las necesidades de los jocotepenses.
Fue tanta la cantidad de muertos la que provocó la enfermedad, que la gente acudió a los templos a pedir ayuda divina a la imagen que le quedaba más cerca; en el caso de Jocotepec, fue con el Cristo entonces conocido como el Señor del Bautisterio, a quien acudieron los fieles.
La muerte del párroco Francisco Medrano y el contagio de su sucesor, el padre Domingo Álvarez Tostado, acrecentó el pánico en la población, por lo que la feligresía tuvo la idea de demandar auxilio y protección al Señor del Monte bajo a cambio de una Solemnísima función anual; con el cese de la pandemia, el 8 de noviembre se firmó el juramento que hasta la fecha sigue vigente.
La Historiadora Municipal, Diana Machuca, explicó que aunque el cólera de 1833 no fue el que más mortandad registró en ese periodo -pues el total de las defunciones ascendió a casi 350, mientras que las de la viruela de 1815 registraron 461- su afectación a la población adulta fue lo que le dio la relevancia.
“No es lo mismo que se mueran diez niños que dependen de una familia, a que se mueran 5 adultos que son los que mantienen a esa familia. Entonces, la epidemia del cólera que fue juntamente en 1833 y que se repite aunque el brote no es tan importante en 1851, afectaron a la población adulta no a la infantil, por eso es que hace ese parteaguas aquí en Jocotepec”, abundó.
Para 1918, El Señor del Monte dio nuevamente auxilio al pueblo, ya que ese año la “Influenza Española” volvió a azotar a su población, por lo que los feligreses acudieron nuevamente al Cristo para pedirle misericordia; tras renovar su compromiso, la peste cesó.
Para la historiadora, definitivamente las pandemias fueron las que forjaron la identidad de los jocotepenses, pues dichos sucesos modificaron tajantemente la vida social, cultural y religiosa de la población, desarrollando una identidad centrada en el culto al Señor del Monte y, posteriormente, al Señor del Huaje.
Entender la actualidad de la población, con sus costumbres y tradiciones, no sería posible sin recurrir al culto religioso y específicamente a estas dos pandemias, pues los momentos más relevantes de la colectividad están directamente relacionados con ellos, como es el caso de las Fiestas de Enero.
“-Las pandemias- sí han sido lo que ha cambiado prácticamente mucho de cómo se vive en Jocotepec; de 1833 en adelante hacen que Jocotepec se vuelva cercano a la imagen del Cristo, las fiestas de enero, que hasta la fecha nunca se han suspendido, nos ha dado la identidad como jocotepenses”, concluyó Diana Machuca.
*Con información del libro: “Los Dos Cristos de Jocotepec”, de Cristina Alvizo Carranza y Francisco Javier Velázquez Fernández.
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