Foto: Cortesía.
Alma Serrano.- El amor está en el aire y los cosalenses no son ajenos a ello. Con motivo del Día de San Valentín o del Amor y la Amistad, Laguna realizó un sondeo para conocer las experiencias de los habitantes de San Juan Cosalá.
Las mejores vivencias que contaron las mujeres solteras que participaron, fueron reuniones con amigas, ir a comer o salir de antro “a loquear y festejar la soltería’”, mientras que las mujeres casadas y con novio, coincidieron en que su pareja generalmente les regalan rosas, chocolates, globos, joyas, detallitos en su cuarto o las llevan a una cena sorpresa.
En contraste, las peores experiencias de las mujeres en el 14 de febrero, fueron el olvido de las parejas de la fecha, ver a sus parejas con flores que no eran para ellas o no recibir ni regalos ni mensajes, ni siquiera de sus amigos o familia.
“Vi a mi novio llegar a la Universidad con unas rosas y no eran para mí”, dijo una cosalense de 31 años.
Por otro lado, los hombres solteros no fueron tan expresivos como las mujeres, pero uno mencionó que él también quiere rosas, mientras que otro de los participantes de 13 años, le dio una carta a una chica que le gustaba, aunque solo le dijo “gracias”.
Dos de los participantes hombres de 33 y 60 años, agregaron que casi nunca se sienten satisfechos con los regalos de sus parejas, pero les gustaría que ellas notaran su atención y esmero que ponen hacia ellas.
En algunos casos las parejas no se hacen regalos ni comentarios porque no consideran relevante esa fecha, mientras que Isidro Xilonzochilt, “El Chivo”, opina lo contrario: “el día que se acuerden de uno es bonito, se agradece, se valora. Las muestras de cariño son importantes cualquier día y respeto mucho a la gente que tiene la delicadeza de preparar algo”, agregó.
En el caso de los niños, ellos no olvidan esta fecha, recuerdan y viven San Valentín con cartas, abrazos, risas, flores, la familia, la maestra, los amigos y mucho amor.
“Ese día es bonito para recordar que nuestros familiares nos quieren, porque un día ya no van a estar, por eso debes celebrar el día que te dan todo su amor y su cariño. Se debe aprovechar el día porque es muy bonito ver a tus seres queridos”, opinó Alondra Casillas, de ocho años.
“Les deseo a las personas enamoradas que disfruten mucho cada momento de su relación y no se necesita una fecha para decirle a su pareja lo mucho que los aman. Vida solo hay una y hay que disfrutar de los bellos y malos momentos, aunque ya estén casados cuiden mucho la relación y no porque ya sientan tenerlos, dejen de enamorar para saber salir adelante ante cualquier adversidad”, finalizó Paola Garibay.
Frente al Señor del Monte, el matrimonio Miranda Naranjo renovó sus votos en septiembre del 2021. Foto: Miguel Cerna.
Miguel Cerna.- Ricardo Miranda Ramos y Carmen Naranjo Hidalgo tienen 65 años de matrimonio; pese al paso del tiempo, la chispa de su amor sigue intacta.
Sentados en la cochera de su casa, ubicada en la calle Independencia de la cabecera municipal de Jocotepec, Carmen de 83 años y Ricardo de 85, rememoraron sus vivencias de más de seis décadas y, pese a que tuvieron muchos altibajos, siguen unidos por el amor.
Precisamente, en septiembre del año pasado renovaron sus votos matrimoniales frente a los ojos del Señor del Monte, el Cristo más venerado por los jocotepenses por ser el Santo Patrono desde 1833.
Aunque el transcurrir de los años ha hecho estragos en su persona, sus corazones no se han marchitado. La vivacidad de su relación sigue presente en sus miradas de complicidad, el roce de sus manos y las risas compartidas.
Para ellos, su matrimonio, desde un principio y hasta la actualidad está basado en tres aspectos: el respeto, el amor y la comunicación. Así como en los pequeños detalles del día a día de parte de Ricardo, que responde Carmen con sus cuidados y atención.
“Desde que me levanto hasta que me duermo, no dejo de regalarle a mi señora un detalle, cualquier cosa, ya si no puedo más, aunque sea la nalgueo. Pero yo todo le digo: ‘que bonita estás, que bonita te ves, ponte esto, ponte aquello, ponte tu flor aquí’; todos los días, desde que me levanto y voy bajando las escaleras, vengo payaseando, detallando, hasta que me acuesto”, compartió don Ricardo.
Ellos se conocieron a la antigua usanza en el Jocotepec de los años cincuenta: dando vueltas en la Plaza Principal. Fue un domingo, él la cortejó con un ramo de flores y ella lo aceptó; él le ofreció su compañía y ella le dijo que sí.
Aunque para Carmen Naranjo esa fue la primera vez que lo vio, Ricardo ya pretendía enamorarla, pues cuando la conoció, quedó totalmente flechado. En ese entonces, ella tenía 16 años y él 18.
“Hubo un tiempo en el que se hacían kermeses en el atrio y Carmen era muy guapa, bonita y sabía vestirse y lucir lo que vestía; ella bailaba con un pandero y cuando se daba vueltas, enseñaba las piernas. Entonces la seguí y dije: ‘no te me vas’”, contó con picardía Miranda Ramos.
Su romance fue rápido, en menos de un año ya estaban en el altar para contraer nupcias, fue un 18 de septiembre de 1956, convencidos de “hacer vida” juntos. Del fruto de su amor nacieron siete hijos: Mercedes, Irma, Norma, Pedro, Francisca, Liliana y Marcela.
La historia de su matrimonio ha estado marcada por el sacrificio, iniciando con su separación para que Ricardo Miranda emigrara a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida, ya que en ese entonces la población ribereña no tenía medios para prosperar.
Aunque sus primeros años juntos fueron difíciles, por las idas y venidas de él, la distancia, el peregrinar por diferentes casas y el crecimiento de los hijos, ellos se mantuvieron firmes, pensando siempre en su futuro.
“Fue muy difícil, pero éramos muy felices, cualquier detalle para nosotros era bonito. Él siempre quiso lo mejor para mí. Me hizo mi fogón con sus propias manos, me traía mi leña para que le cocinara, y él era feliz con que le cociera una olla de frijoles y le echara una tortilla caliente con un chile”, recordó Carmen.
Su esfuerzo y persistencia poco a poco comenzaron a dar resultados, ya para la década de los años 70´s, la familia Miranda Naranjo, logró establecerse en el país vecino, exactamente en Los Ángeles, California, donde trabajaban largas jornadas, incluso de noche, para sostener a sus hijos, darles educación y construir un porvenir.
Como pareja, siempre pensaron en su vejez, por lo que trabajaron en equipo para conseguir mejores condiciones de vida, además de poderse retirar tranquilamente.
“Nuestra meta más grande que tuvimos fue hacer un porvenir para cuando estuviéramos grandes, no queríamos ser una carga para los hijos, entonces esa siempre ha sido nuestra preocupación; queríamos tener algo para el día de mañana. Y en eso, bendito sea Dios, nos socorrió.
Ahora, todos los días son un regalo que ellos aprovechan, sea saliendo a comer, a pasear alrededor de la Ribera de Chapala, al malecón de Jocotepec o cualquier sitio que se les antoje visitar.
Juntos, desde el 2002 mantienen una página de internet y en redes sociales llamada Jocotepec.com, en la que tratan de achicar la distancia entre el pueblo y quienes tuvieron que migrar al norte, como ellos, en busca de mejores oportunidades.
“Nuestra motivación con la página fue que toda la gente tuviera oportunidad, la que no tuvimos nosotros, de comunicarse, saber qué es lo que estaba pasando en el pueblo. Mucha gente venía aquí (a su casa) y les gustaba mandar saludos para sus familiares. Hacíamos videos y allá (en Estados Unidos) los veían los papás”, concluyó Carmen Naranjo.
Además de no dejar apagar la flama del amor, Ricardo Miranda aconsejó a las parejas jóvenes respetarse y basar su relación en ese valor, pues consideró que cuando ello desaparece, se rompen los lazos.
“Yo aconsejo a las parejas que si no se respetan desde el principio… no va a funcionar”.
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