En la fotografía del accidente, publicada por una cuenta de Facebook de Gilberto Baltazar, se aprecia que la parte frontal de la Nissan quedó completamente destruida, al igual que una gran parte del frente del camión de pasajeros. Los pasajeros presentaron lesiones no de gravedad.
Redacción.- Un choque a la altura de Mezcala de la Asunción, en los límites de Poncitlán y Chapala, entre una camioneta Nissan y un camión de Autotransportes Guadalajara-Chapala con el número 410, dejó con lesiones al menos ocho pasajeros y al conductor de la Pick-Up muerto.
Según testimonios del aparatoso accidente que sucedió el cinco de junio, alrededor de las 3:15 de la tarde, el conductor de la camioneta, de nombre Juan Luis “N”, quien iba acompañado, invadió el carril donde venía el camión, por lo que se impactó “de frente” al vehículo de pasajeros de la empresa Autotransportes Guadalajara-Chapala.
El copiloto, de alrededor de 20 años, que acompañaba al conductor fallecido de la Pick-Up, fue trasladado de emergencia a los servicios médicos. Juan Luis “N”, quien tenía domicilio en San Pedro Itzicán, murió en el lugar de los hechos.
Según datos del departamento de Protección Civil y Bomberos de Chapala, resultaron ocho personas lesionadas en el camión, además del copiloto de la camioneta.
Tras el accidente, la zona fue acordonada hasta el arribo de los Servicios Médicos Forenses (SEMEFO), quienes realizaron el levantamiento del cadáver.
Al lugar de los hechos llegó la policía de Poncitlán, Protección Civil y Bomberos de Chapala, además de personal de la Subdelegación Regional de la Secretaría de Movilidad (SEMOV).
San Pedro Itzicán, junto a la Isla de Mezcala al fondo. Foto: Cortesía internet.
Redacción.- Personas de la delegación de San Pedro Itzicán, municipio de Poncitlán, que el viernes dos de junio se manifestaron en el Palacio de Gobierno debido a la falta de atención por problema de enfermos renales en la población, solicitaron, además de atención de calidad y apoyo, un documento que les permita continuar con la perforación de un pozo.
Según un comunicado de prensa del Gobierno del Estado de Jalisco, el pozo sería adicional al que actualmente se construye por parte del Gobierno Estatal, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y la Comisión Estatal del Agua (CEA).
“Ellos quieren perforar un segundo pozo. El Gobierno del Estado está haciendo su chamba, no está desatendiendo el tema, pero si consideran que hay que perforar un pozo más y tienen las condiciones y los recursos para que los puedan hacer, sí hay que entregarles un documento para que avancen con su trámite”, comentó el titular de la Secretaría de Desarrollo e Integración Social (SEDIS), Miguel Castro Reynoso, quien se reunió con los quejosos.
Aunque Castro Reynoso reiteró que el Gobierno del Estado no ha sido omiso en la atención al problema de salud y calidad de vida de San Pedro Itzicán y localidades aledañas, tema del cual él se ha encargado de manera personal desde el pasado mes de octubre, la población sigue presentando nuevos casos de enfermos renales y la voluntad para atacar el problema de fondo no se ha visto reflejada.
Castro Reynoso indicó que será el próximo 16 de junio cuando se realice el aforo del pozo que está a punto de ser terminado, mismo que permitirá conocer la procedencia del agua y la cantidad de litros por minuto que genera.
Foto: Secretaría de Desarrollo e Integración Social (SEDIS).
Redacción.- El titular de la Secretaría de Desarrollo e Integración Social (SEDIS), Miguel Castro Reynoso, realizó hoy la entrega de una camioneta que servirá para trasladar hasta Guadalajara a las personas con enfermedades renales de San Pedro Itzicán, del municipio de Poncitlán, para que reciban atención médica.
Esto con el principal objetivo de mitigar los gastos de traslado que realizan las personas de esta región que necesitan trasladarse a la ciudad de Guadalajara para recibir la hemodiálisis para su tratamiento. Los costos de traslado pueden llegar hasta los 3 mil 600 pesos al mes.
“Que la gente no tenga que gastar más dinero en transporte, y esto permita que puedan atender su necesidad médica y clínica, y que esto ayude también a que puedan ellos disponer de un poquito más, de un margen de tiempo y dinero para poder tomar las atenciones sanitarias”, comentó Miguel Castro.
Esta unidad servirá para el traslado de 35 personas que requieren hemodiálisis y que acuden a diferentes hospitales y centros de atención como la Clínica del IMSS 110, el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde y el Hospital General de Occidente, entre otros.
José Luis Claro junto a los niños que subieron a La Nola. Fotografías: Manuel Jacobo.
Manuel Jacobo (Mezcala, Jal).- Los niños de la comunidad indígena Coca de Mezcala de la Asunción, Jalisco, realizaron un ritual ancestral en el sitio sagrado conocido como La Nola, en el Día Mundial de la Lengua Materna.
Desde las cuatro de la tarde, los niños se reunieron en el restaurante de turismo comunitario conocido como Paraje Insurgente, de ahí partieron hasta llegar al Arroyo Grande. Después de casi 20 minutos de caminar y estando ya sobre la falda del cerro arribaron al sitio sagrado.
Primero visitaron la cueva que se encuentra en el sitio sagrado, y recibieron su primera lección y acercamiento con su cultura ancestral. Ahí, José Luis Claro les señaló lo que Antonio Tello describió a su llegada por estas tierras y que en sus escritos señala que habitaba el viejo Cocal, al que la gente consultaba cuando estaba en apuros.
Los niños que habían recolectado flores a su paso, subieron a “La Vieja” —nombre común y en español con el que es conocido el sitio sagrado—, así como los hormigas suben hasta su nido, los niños llegaron a la cima.
Prepararon su masa con maíz, acomodaron sus flores y con un toque de pulque ofrendaron a La Nola. Al grito de “Santa María de Soyatlán, queremos agua”, los niños sorprendían mientras rociaban el agua sobre “La Vieja”, sus ojos y cara de alegría quedaba evidente frente a su nueva experiencia.
Una vez que habían ofrendado flores, masa, maíz, pulque y agua, los niños comenzaron su descenso para reunirse sobre la falda del Arroyo Grande, ahí unos niños decían: “Hay que bajar porque va a llover como cuando venían los antepasados”.
El ritual que se realizó fue descrito por Fray Antonio Tello, cuando llegaron los conquistadores a estas tierras, en el que no hubo intervención de los españoles. Ahí se describe cómo los indígenas de Mezcala iban a pedir un buen temporal de lluvias para que no tuvieran carencias sus milpas.
Recordar para no olvidar
Del ritual que se realizó, se tiene registro hasta hace por lo menos 40 años atrás donde la población lo realizaba, pese que era considerado como un acto pagano por la religión católica.
El sincretismo se encargó de hacer unas modificaciones y se introdujeron cantos y rezos católicos. Antiguamente, el ritual consistía en “la gente si iba caminando desde los caseríos —ósea, desde los barrios de la comunidad—, en ocasiones la gente se iba descalzo, traen cántaros, cubetas, baldes de pulque y aguamiel, masa, maíz y flores y todo estos con la finalidad de ir a bañar La Nola, que es la abuela, la mamá de la mamá”, señaló la historiadora Rocío Moreno.
El ritual hasta hace por lo menos 40 años seguía vivo en la población de mayor edad de la comunidad; sin embargo, la intervención de la religión católica y la llegada de una catástrofe en la comunidad marcaron y menguaron la realización de dicho ritual.
El ocho de julio de 1973 azotó a la comunidad de Mezcala una tromba con mayor potencia sobre el barrio de Cantería. La iglesia atribuyó este hecho natural al ritual que se hacía y por tal motivo indujo a la comunidad a dejar de realizarlo.
Entre los relatos que ha conseguido Rocío Moreno, nos damos cuenta que “la gente narra que ese año había sido mal temporal de lluvia, porque este ritual se hace solamente cuando no hay lluvia… En esos días había subido gente a pedir agua y sucede que cayó la tromba que causó la muerte de muchísimas personas en la comunidad. Entonces, el padre se agarró de ahí para decir que eso es lo que pasaba por ir a pedirle y a orar a una roca”.
Después de la catástrofe natural, las personas que sentían afecto por el ritual eran señaladas, “porque es un acto totalmente hereje, porque ahí depositas toda tu confianza a una roca, a un ser vivo, yo me atrevo a decir, a diferencia de la concepción de la iglesia católica” señaló la historiadora.
Actualmente existen personas que vivieron estos hechos. A ellos les tocó conocer en “carne propia” cómo el ritual se dejó de hacer poco a poco. Ahora vive en el recuerdo de las personas, vive y parece no desaparecer, pues con esa mezcla sincrética se sigue realizando en otros puntos de la comunidad.
En el barrio de La Cuesta, hasta hace por lo menos cinco años, la señora Carmen Pérez Moreno, realizaba un ritual muy similar el camino que va hacía la Cumbre —uno de los cerros de la comunidad—, ahí diversos niños hacían un ritual que mezclaba cantos católicos y toda la simbología que se usaba en el sitio sagrado, bañaban una piedra y le cantaban.
Historia comunitaria como un frente al olvido
Los niños que asistieron a hacer el ritual forman parte del taller de historia comunitaria que imparte la estudiante de doctorado de la Universidad de Guadalajara, Rocío Moreno, y que se realiza desde la primera semana del mes de enero.
En su primera etapa, el taller tiene como objetivo revisar la etapa prehispánica, en la cual se incluye “la historia de La Nola, los petrograbados, pinturas rupestres y el ritual que se hacía al lago, éste, con ollas de barro o de piedra que se lanzaban al lago” señaló la tallerista.
En su segunda etapa, el taller se dedicará a ver la historia de la insurgencia. Los niños conocerán las historias que corren con relación a la gesta heroica y desde ahí aprenderán también a “describir que es su territorio, al mismo tiempo que vamos a ver la insurgencia, ellos aprenderán qué es su tierra”, señaló Rocío.
La tercer etapa estará marcada por la Revolución Mexicana. “Ahí se hacen entrevistas a sus abuelos —bueno eso se hacen en todas las etapas—, como ahora de la vieja fueron a preguntar a varias personas”, dijo.
En su etapa final se tocará el tema de Cultura, en la que ellos aprenderán sobre sus usos y costumbres, al finalizar el taller —que será en el mes de mayo— se pretende que los niños se integren a una danza tradicional, ya que el barrio en el que se realizan los talleres ha perdido su participación en las danzas tradicionales.
Sobre la importancia de los talleres, “es para que no se pasen por alto los símbolos, ya que éstos son tan cotidianos que pueden pasar por desapercibidos y es lo que nos conforma como pueblo”, enfatizó Rocío Moreno.
El dato:
Según el cronista Noel Contreras García, este ritual se realizó por última vez sin intervención de los conquistadores en 1723, año en el que se realizó el cambio de autoridad en la comunidad.
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