Continuación
Una historia de Fernando Dávalos
La mañana era aún bastante fresca cuando muy temprano subí tratando de no despertar a nadie, a la azotea de la pequeña casa enclavada en las montañas que circundan la Laguna de Chapala, para realizar una rápida meditación y pedir al Espíritu universal ayuda y protección en esta nuestra nueva tarea espiritual. Hoy iniciaría la primera jornada de una serie de verdaderas aventuras que habríamos de experimentar todos los integrantes de nuestro grupo, en nuestro afán por responder a la petición de ayuda del Anciano Verde.
Después de haber compartido con el resto de mis compañeros la experiencia extraordinaria que viví gracias a la oportuna insistencia de Rosana por introducirme con el Anciano Verde, temía un poco el recibir incrédulas miradas o expresiones de desconcierto de mis compañeros, y me siento un poco avergonzado de haber siquiera pensado en esa posibilidad, pues recién terminé de relatar mi percepción del trabajo que se nos había encomendado, recibí un inmediato apoyo de todo el grupo, especialmente del contingente infantil que apoyó la moción con un sonoro y alegre griterío. Fue como si todos los integrantes de un disciplinado grupo de guerreros dieran un unísono paso al frente aceptando de inmediato la encomienda sin pensar en sacrificios o consecuencias para su cabal realización.
La más entusiasta de todas fue por supuesto Krista quien de inmediato alimentó mi rudimentaria idea con valiosísimas sugerencias y adecuadas propuestas para la debida realización del trabajo ritual que nos esperaba y de cuya duración o complejidad no teníamos por supuesto idea alguna. Habíamos decidido caminar alrededor de toda la enorme laguna de más de 80 kilómetros de longitud y veinte de anchura las veces que fuera necesario, para inicialmente compartir quizás el dolor de su bello espíritu cuya cuenca estaba siendo desecada por la voracidad humana, habiendo perdido en aquel momento enormes superficies de agua y viendo disminuido para su desventura aún más el ya bajo nivel existente del vital líquido debido a la prolongada sequía que le había afectado especialmente durante el incipiente temporal de lluvias. El desequilibrio climático resultante estaba siendo evidente por el aumento de la temperatura ambiente en toda su área de influencia o bio-región, la cual era enorme por tratarse del cuerpo de agua más grande de toda la república Mexicana.
La Fauna y Flora del lugar estaban siendo cada vez más afectadas, especialmente por el egoísmo humano cuyas industrias productivas descargaban irresponsablemente toneladas de contaminantes sin tratamiento alguno en el río que le alimentaba, el cual le descargaba cada vez menos cantidad de agua y cada vez mas contaminación.
No existía en el panorama individuo o entidad política o económica interesada en ayudar verdaderamente a la Laguna Sagrada debido a la complejidad del problema que afectaba varios estados en su área de influencia, así como al hecho de que no existía trabajo de equipo o auténtico espíritu de colaboración entre las partes que se beneficiaban de la misma, reteniendo ilegalmente enormes caudales del río que debía alimentar al vaso sagrado. El enorme río Lerma que atravesaba por varios estados de nuestro país y alimentaba a la Laguna Sagrada era como una rota y desvencijada cobija que cada entidad jalaba para su propio espacio.
Ningún político deseaba involucrarse verdaderamente en iniciar una solución de fondo para no dañar su imagen o su futura carrera política y solo se limitaban a tomarse fotos en los medios de comunicación haciendo declaraciones disparatadas que no lograban engañar a nadie. Como si este desolador panorama no fuera suficiente, la ciudad de Guadalajara con varios millones de habitantes se asentaba apenas a 50 kilómetros de distancia y sus gobernantes le desviaban diariamente para su consumo grandes cantidades del reducido caudal que las otras regiones permitían llegara a la Laguna Sagrada.
La magnitud del problema y la poca disposición de los actores en el mismo, rebasaba cualquier posibilidad de solución política, técnica o económica, por lo cual no dejaba de sorprendernos lo atinado de la petición realizada por el Anciano Verde: intentar una solución de tipo ritual, la cual nuestro grupo imaginaba quizás ingenuamente como una petición formal de ayuda a todos los guardianes que sabíamos existían en el lugar y quienes sí podrían convocar -si recibían la petición adecuada- el concurso de las aguas de temporal como única ayuda natural para evitar un desastre ecológico que se antojaba inminente.
Una solución de este tipo obligaría a los cerrados, egoístas y duros de corazón de todas las regiones por las que pasaba el río alimentador de la Laguna Sagrada, a abrir sus presas o verlas colapsarse por el exceso de agua, con la consecuente pérdida de sus cosechas por la inundación que un buen temporal de lluvias podría provocar. Era la solución perfecta, pues de esa manera ningún político, técnico o economista podrían atribuirse la salvación de la Laguna de Chapala teniendo necesariamente que voltear al cielo como la única explicación.
La idea consensuada por todo el grupo era muy simple: caminar alrededor de la Laguna Sagrada para participar de su dolor y ayudarle en lo que fuera posible, detectando en nuestro camino los espacios sagrados que existían en su ribera y desde los cuales sería posible realizar rituales de sanación y petición de ayuda.
Asimismo, esperábamos que nuestro accionar generara al menos algún tipo de curiosidad entre las personas a las que nos fuéramos encontrando para intercambiar si ello fuera posible, algunas breves palabras con la intención de concientizar al turismo y a la población ribereña de la importancia de cuidar y luchar por el bienestar de la Laguna Sagrada.
Habíamos decidido también cargar un largo recipiente de agua que tomaríamos ceremonialmente de la Laguna Sagrada, -líquido que sabíamos estaba a esas alturas altamente contaminado- con la intención de llevarlo durante todas nuestras jornadas y en la esperanza de que al través de todas nuestras experiencias futuras, el agua pudiera adquirir propiedades curativas para la misma Laguna Sagrada a través de la transmutación de nuestros esfuerzos y sufrimientos y de nuestro amor patente por este enorme vaso sagrado.
En un punto en el tiempo que llegaría en el futuro, habríamos de regresar ceremonialmente también todo el líquido transmutado a la Laguna Sagrada para coadyuvar a su sanación. No era la cantidad sino la cualidad energética del líquido la que esperábamos sinceramente le fuera de alguna utilidad curativa. Cada uno de nosotros habría de llevar también muy cerca del corazón un pequeño frasco de la misma agua de la Laguna Sagrada durante todas las jornadas, mismo que en su momento sería agregado al largo recipiente que habría de acompañarnos en nuestras caminatas.
El final del trabajo ritual así iniciado llegaría cuando el espíritu de la Laguna Sagrada nos lo comunicara de alguna manera. Para ello esperaríamos el tiempo que fuera necesario, trabajando al mismo tiempo en nuestra propia curación y limpieza espiritual. Los grandes espíritus que nos había tocado en suerte conocer nos habían enseñado la inutilidad y peligrosidad de intentar cualquier trabajo ritual de desarrollo espiritual, si este mismo no era acompañado de un intenso trabajo personal de purificación física y espiritual.
A pesar de que nuestros recursos económicos y de tiempo eran limitados, habíamos decidido dedicar al menos una semana por mes al trabajo ritual en la Laguna Sagrada, conviniendo en compartir comunalmente los recursos económicos de que disponíamos, ya que aun cuando algunas semanas algunos de nosotros no obtuviéramos buenos ingresos, siempre habría quien tendría una buena semana en su trabajo y viceversa; actuando de esta manera todo funcionaría adecuadamente.
Todas estas ideas se agolpaban en mi mente cuando en aquel fresco amanecer, permanecía sentado en la fría cerámica de la azotea, tratando de discernir algún mensaje que pudiera llegarme de aquel bello entorno natural en el que me encontraba. Ya casi al final de mi breve meditación y al mirar distraídamente al cielo no pude contener una exclamación de sorpresa ante lo que presenciaba: la figura de una enorme águila formada por blancas nubes contrastadas con el cielo azul indicaba con su pico y alas desplegadas la dirección a seguir en el inicio de esta nuestra próxima tarea espiritual.
La continuación de la historia se publicará cada 15 días en nuestra página en la red: www.semanariolaguna.com
Foto: Domingo Márquez.
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