Por Ili
La fiebre tifoidea es una infección bacteriana causada por el microorganismo Salmonella Typhi, la cual provoca síntomas como la diarrea y erupciones en la piel. La infección se disemina por medio de los alimentos y agua contaminada, facilitando así el acceso de la bacteria para llegar a los intestinos y eventualmente al torrente sanguíneo. Al igual la diseminación se propaga por medio de las heces de personas portadoras.
Se dice que la enfermedad aparece con más frecuencia en países como África y el sur de Asia y los casos en este lado del continente a pesar de ser raros, son presentados en personas que hayan estado en las mencionadas partes del mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud, anualmente la fiebre ataca alrededor de entre 11 y 20 millones de personas y de las cuales unas 161 mil han perecido.
Los síntomas más frecuentes además de la ya mencionada diarrea y sarpullido, también incluyen deposiciones sanguinolentas, escalofríos, dolor de cabeza, delirio, dificultad para poner atención, fatiga extrema, sangrado nasal, fiebre, dolor estomacal, debilidad y letargia.
El tratamiento para la fiebre tifoidea consiste en la toma de antibióticos tales como la azitromicina, las cefalosporinas y las fluoroquinolonas, adicionalmente el médico puede suministrarle electrolitos y suero intravenoso para rehidratarse.
Si sigue las instrucciones de su doctor al pie de la letra, los síntomas por lo general subsidian a las cuatro semanas, si no es que incluso antes; pero existen casos en los cuales puede haber complicaciones, como la peritonitis, insuficiencia renal, una perforación intestinal y un sangrado gastrointestinal; por lo tanto, la atención temprana es importante, así como el cumplimiento del tratamiento por parte del paciente.
Por otro lado, los pacientes pueden ser portadores de la enfermedad una vez que los síntomas hayan sido resueltos, esto significa que pueden transmitir la infección a otras personas, así que los pacientes en tratamiento deben lavarse las manos después de evacuar. Aunque francamente esto no se tiene ni que mencionar, ya que por regla de higiene básica uno enfermo o sano, debe lavarse las manos después de ir al baño, independientemente de qué se haga ahí.
Otra medida por adoptar es que las personas enfermas no preparen la comida, ni sirvan los alimentos a otras personas, ya sea ni acomodar la mesa, ni transportar los alimentos; esto es para evitar el contagio a terceros. Por último, existen exámenes y análisis de laboratorio para poder determinar si la persona es portadora de la bacteria.
Debido a que la fiebre tifoidea es frecuente en lugares donde la limpieza es deficiente y el agua no es potable, existen vacunas para su prevención, sin embargo, su efectividad es de corta duración. Así que antes de viajar, lo ideal es verificar con anterioridad el riesgo en los destinos con alta incidencia. Algunas recomendaciones básicas podrían ser: asegurarse de que la comida a consumir está bien cocida, evitar el consumo de leche bronca y agua de la llave, lavarse bien las manos y lavar bien las frutas y verduras antes de comerse crudas.
Imagen: Cortesía.
Por Santiago Baeza.
El 2024 pinta como un año complicado para el país. La violencia está imparable, lo que implica un aumento en asesinatos y desapariciones, el control territorial de los cárteles con el permiso implícito del Ejército y la Guardia Nacional, el cobro de piso como un impuesto más, un deterioro paulatino del sentimiento de tranquilidad y protección por parte de nuestras autoridades.
Un ingreso económico que cada vez ajusta para menos, porque el reciente aumento a la gasolina puesto en marcha el primer día de este año, seguro impactará en todos los productos y al final será el consumidor quien termine pagando con su propio bolsillo. Mientras nuestros impuestos se despilfarran en obras megalomaniacas como el tren devastador de la selva, la refinería que no refina y una farmaciotototota con la que se pretende reducir el daño que este mismo gobierno causó al sistema de abasto de medicamentos, todo ello bajo la responsabilidad del flamante consorcio paraestatal de México: el Ejército.
Un gobierno que se ha encargado a lo largo de estos cinco años de acosar todas aquellas instituciones que dan contrapeso al poder y garantizan nuestro endeble sistema democrático. La Suprema Corte de Justicia de la Nación; el Instituto Nacional Electoral; el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos, entre otras importantes dependencias, se encuentran bajo el acecho de un presidente autoritario, opaco, hostil y rencoroso.
Pero también será un año electoral. El 2 de junio se realizarán elecciones, en nuestro caso, para elegir alcalde y planilla, diputado local, gobernador, diputado federal, senador y presidente de la república. Estamos en la antesala de decidir si seguimos por el mismo rumbo que nos ha llevado a tener el sexenio más sangriento, indolente, errático y ajeno a la realidad en nuestra historia contemporánea, o si corregimos y a través de la alternancia en el gobierno, buscamos un nuevo modelo que nos permita recuperar nuestra tranquilidad, nuestro acceso a un sistema de salud más digno, un nivel de ingreso que nos permita vivir con dignidad y un gobierno equilibrado, transparente y efectivo.
Abstenerse no es opción. No en este momento. Esta próxima jornada electoral debe ser abrumadora. La sociedad debe volcarse a las urnas a expresarse, a ratificar a quien hace bien su trabajo y a castigar a quien no merece seguir en su cargo. La ciudadanía tiene aún la posibilidad de detener la destrucción sistemática y sistémica que este gobierno federal lleva a cabo en sus propias instituciones, con el único fin de perpetuarse en el poder, a costa de nuestra tranquilidad, nuestro esfuerzo y nuestras libertades.
Si logramos ponernos de acuerdo y garantizamos una mayoría, si no abrumadora ante tanta polarización, por lo menos contundente, el presidente, con todo su Ejército comprado, con todas sus instituciones destruídas o cooptadas, con todo y su alianza con el crimen organizado, podrán arrodillarse ante la voluntad de millones de ciudadanas y ciudadanos que queremos un México mejor.
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