Cronista: Gabriel Chávez Rameño
Cuántas historias y anécdotas se han escuchado en torno a las visitas a Talpa de Allende a ver a la Virgen del Rosario. En especial, de aquéllas en las que los vivos hablan con los muertos o viceversa, se dice que son almas en pena que no pagaron su manda, o que murieron en el camino. Sin embargo, se aseguran que son verídicas y que han sucedido. Para muestra, este fragmento que a continuación presente y que queda al análisis de usted, querido lector, y que es probable que usted mismo haya escuchado algo parecido. Se cambian algunos nombres de los protagonistas por así solicitarlo.
“…Se me hizo un ratito la dormida, pero en realidad eran ya las once cuando me despertaron y me quedé sorprendido al ver la cantidad de gente que pasaba a nuestro alrededor. Viejos, niños, mujeres, hombres, señoras con bebes en brazos y nadie se rajaba. Algunos pasaban rezando, otros en silencio y meditabundos, algunos caminaban aprisa y otros lenta pero constante…
Embobado por el descubrimiento que había hecho, se me olvidaron mis compañeros de viaje. Al recordar volteé a verlos, pero no los vi. Me puse un poco nervioso y apreté el paso para tratar de alcanzarlos. No muy lejos los divisé y me sentí aliviado. Al ver la cantidad de personas perdí la noción del tiempo y no supe qué hora era, y ni me importó en fijarme. Ya próximo a alcanzar a Camilo y Juan, sentí la mano de alguien sobre mi espalda. Al voltear, me di cuenta que era un anciano con cara de felicidad y alegría. Me saludó y yo le contesté:
—Me llamo Anselmo —me dijo—. Voy rumbo a Talpa, pa’ ver a la virgencita. Sabe que estoy enfermo y no me puedo curar. Ya vi muchos médicos y ninguno le atina. Tengo fe de que la Virgen de Talpa me curará, pero ya me ve; voy solo. Ni quién me acompañe. Ya tiene rato que mis familiares me dejaron, y todavía no los veo.
Yo solamente lo escuchaba y seguíamos caminando.
Don Anselmo me contó que venía de un pueblo que se llama San Luis, cerca del pueblo donde vivo, y me preguntó que cuándo me devolvería de Talpa. Le contesté que nomás llegábamos a ver a la Virgencita y nos devolvíamos. Conforme caminábamos, me platicó un poco de su vida. De la misma forma, yo le conté de la mía. Me pidió de favor que cuando regresara a mi pueblo, pasara a su casa a decirle a su familia que los iba esperar en Talpa, para que se fueran y le pidieran al padre que oficiara una misa el día de su cumpleaños, el 20 de marzo, y que ahí iba estar con ellos, para después regresar en paz y estar sin pendiente. En ese momento, no me di cuenta de lo que me dijo, hasta ahora.
—Pregunta por la casa de don Anselmo González —me dijo—. Soy muy conocido en el pueblo y rápido dará con mi casa. ¿De dónde me dijiste que eras muchacho?
—De San Juan —le respondí, y me preguntó:
—¿Conoces a don Feliciano Vergara?
—Es mi abuelo —le respondí.
—Le dices que pronto nos veremos.
—Qué pequeño es el mundo —le dije.
—No tienes idea muchacho —me respondió—. Aquí me quedo.
Cuando volteé para despedirme, ya no lo vi.
Por fin, alcance a los muchachos y entramos juntos a Talpa. Cuando llegamos a la iglesia, me impresioné al ver la cantidad de gente: unos caminaban de rodillas, otros con penitencias, pero todos con mucha fe, incluyendo a Camilo y Juan. De regreso, durante el camino, les platiqué a mis compañeros del viejo Don Anselmo y les pedí que me acompañaran a San Luis a llevar la razón que el señor me había encomendado. Definitivamente, cuando pregunté por él, rápido me dijeron dónde era su casa. Al tocar la puerta, una señora ya desgastada por los años abrió y me preguntó que a quién buscaba, y le dije:
—Traigo una razón de Don Anselmo González.
La señora me vio de una forma que nunca olvidaré. Parecía como si hubiera visto a la misma muerte. Quedé sorprendido y continué:
—Que se fueran a Talpa, que allá los iba a esperar para pasar con ustedes su cumpleaños, para que le ofrezcan una misa y…
No pude continuar, porque la señora empezó a llorar. Camilo y Juan voltearon a verme y, al igual que ellos, yo también quedé sorprendido cuando la señora me dijo:
—Mi viejito te dijo eso, el ya tiene más de doce años de muerto y precisamente murió un día antes de su cumpleaños. Había prometido celebrarse una misa en Talpa, pa’ su cumpleaños, pero, pero…
Y soltó su llanto. Esto, al parecer, se vive en el camino de Talpa en la visita a la Virgen del Rosario, hacedora de muchos milagros.
Hugo Zamora (Jocotepec, Jal.).- Peregrinos de San Juan Cosalá partieron en tres grupos hacia Talpa de Allende, Jalisco, para ver a la Virgen de Talpa. El recorrido hasta la Basílica de Nuestra Señora del Rosario se hizo a pie, por lo que los fieles tuvieron que sortear varios obstáculos de naturaleza agreste.
El primero de los grupos fue liderado por Guillermo Verar, y partieron el día lunes siete de marzo. El segundo grupo salió el martes ocho de marzo, y estaba liderado por Santos González. Finalmente, el jueves nueve de marzo empezó el recorrido el de Regina Medina y Esperanza Xilonzóchitl. La intención era reunirse en Talpa para entrar todos juntos a la celebración de la eucaristía.
A las 10:00 de la mañana, se llevó a cabo la celebración de la misa a cargo del señor cura de San Juan Cosalá, Gabriel Becerra López, quien insistió a los peregrinos en construir un camino de amor, donde la unión sea la fuerza que permanezca en cada uno.
“Con sólo mirar a la virgen de Talpa, las dolencias cesan. Al ver ese tierno rostro, sus manitas en señal de piedad, su preciosa vestimenta, hace que el cuerpo tiemble de emoción. Más aún cuando se ha recibido algún favor”, expresó uno de los peregrinos.
Para mi fortuna, el enorme calor interno que sentía fue disminuyendo en intensidad, así como el ritmo frenético y marcialidad de caminata que había sostenido Alicia desde el inicio del segundo segmento. Sin disminuir la velocidad imprimió ahora un ritmo diferente a la caminata que solo puedo calificar de manera imperfecta como de “caminata de atención” rápida pero suave, buscando un desplazarse alertas pero relajados a la vez. Varios traspiés y tumbos aquí y allá nos mostraron a todos que el lograr dominar aquel ritmo de caminata y coordinarlo con nuestro necesario silencio interno iba a ser una prueba dura de lograr. Después de unos quince interminables y desesperantes minutos de búsqueda personal infructuosa, note con claridad debido a que todos llevábamos fija nuestra vista en el horizonte, que el brazo izquierdo de Rosana quien iba delante de mí se levantaba y sostenía horizontal y paralelo al suelo y a la altura de su hombro como indicando hacia adelante; Pronto pude percibir que todos mis compañeros incluyéndome a mí hacíamos lo mismo. ¿ Que nos indicaba esa señal ?
Decidí suspender todo razonamiento resistiendo la tentación de entregarme a mi viejo defecto de analizarlo todo y después de varios minutos cuando ya casi no podía sostener mi brazo en vilo, el ansiado silencio interno hizo su aparición. Todo razonamiento desapareció para dejar lugar a la clara, rítmica y potente representación mítica y trascendental que evocaba la música conchera de los hermanos Plasencia, cuyo ritmo se escuchaba desde varios contingentes adelante de nosotros. ¡ Esa era la Señal que nuestra inspirada guía nos había enviado levantando su brazo en dirección de los concheros ¡ Su música nos daría la pauta en nuestra caminata. Había solo que estar atentos a sus patrones, ritmos e intensidades para con ello dominar aun cuando fuera imperfectamente la caminata de atención que necesitábamos en esos momentos.
Uno a uno, los integrantes de Nuevo Camino fuimos bajando los brazos en señal inequívoca de que habíamos recibido la señal de Alicia y poco a poco fuimos capaces de caminar con suavidad pero enorme rapidez, con soltura pero concentrados, siempre atentos a los retumbantes y milenarios sonidos de los guerreros que nos precedían en aquella memorable romería.
Aquel era un día de oportunidad espiritual para nuestra noble nación pues éramos parte de una multitudinaria celebración en honor de nuestra generala, nuestra Virgen María de Zapopan, la Madre del Dios vivo y que se llevaba a cabo el día en que recordábamos la realidad de nuestro mestizaje y nuestro sincretismo; de la creativa fusión de lo más sagrado y ancestral de nuestras dos culturas que en toda la república Mexicana encontraban sus más logradas representaciones en procesiones, ofrendas y festividades religiosas, artísticas y culturales y en las diversas romerías que tenían lugar en diferentes fechas y a todo lo largo y ancho de su sagrado territorio.
Había en aquellos momentos, cantos, danzas, oraciones, fervor, alegría, celebración y una enorme energía que circulaba de la catedral a la basílica en oleadas cada vez más intensas y frecuentes y para beneficio de todos los asistentes. Después de unos cuarenta y cinco minutos, y cuando ya se escuchaba con gran claridad el retumbar de los tambores de los concheros que nos precedían, Alicia cambio de nuevo el ritmo de nuestro caminar a un andar marcial y con cierto balanceo lateral que se encontraba perfectamente sincronizado con el ritmo que imprimían los tambores concheros. Estábamos prácticamente arribando en esos momentos al final del tercer segmento de la romería ubicado en el cruce de la carretera vieja a Zapopan con la Avenida General Manuel Ávila Camacho.
Los retenes
Cuando me preguntaba por qué habíamos adoptado ahora un andar marcial encontré casi de inmediato la respuesta, pues una vez cruzamos -no sin dificultades a pesar de venir dentro del área acordonada- la carretera vieja a Zapopan que se encontraba pletórica de feligreses que esperaban ansiosos a su Virgencita, nos dimos cuenta que había un grupo numeroso y disciplinado de organizadores de la romería que estaban prácticamente desintegrando a todos los contingentes en el inicio de un enorme arco de cantera que enmarca el ingreso a la zona peatonal y enorme plazoleta que conducen al atrio de la Basílica. Su intención era por supuesto facilitar el ingreso de la Virgen de Zapopan a su sagrado recinto. Los únicos que esperaban ya en el atrio a la parroquia eran los hermanos Plasencia que continuaban incansables sus danzas guerreras y sus cantos fervorosos.
Alicia utilizo de nuevo la ayuda de señales que fueron imitadas uno a uno por todos nosotros para hacernos saber que debíamos reforzar nuestro andar y emplear a fondo todo nuestro silencio interno para no ser desbandados antes de arribar al atrio. Levanto su brazo derecho al cenit unos instantes, luego lo bajo a la altura de su hombro paralelo al suelo y después de otros breves instantes lo bajo completamente a su posición original. Uno a uno, fuimos imitándole. Cuando Krista, quien cerraba impecablemente nuestra formación, termino de bajar su brazo éramos ya una compacta y poderosa unidad. Uno a uno, lográbamos ser los últimos en pasar los diversos retenes que escalonados iban deteniendo a los diversos contingentes.
Habíamos logrado recorrer en todo su largo las cuatro o cinco cuadras adoquinadas que albergan casas viejas y negocios que dan paso a la enorme plazoleta e incluso recorrer en línea recta casi completamente la amplia plazoleta peatonal que da acceso al atrio de la Basílica cuando encontramos frente a nosotros un escollo formidable, pues una larga fila de organizadores que había notado nuestra presencia se acercaba a nosotros encarándonos en forma de abanico para cerrarnos totalmente el paso pidiéndonos a gritos en forma cortes pero firme que abandonáramos la plazoleta porque ya casi llegaba la Virgen y nadie podía estar en donde nos encontrábamos.
Cuando se participa en una multitudinaria celebración en la que poderosa energía espiritual es manipulada en forma consciente por ciertos grupos e inconsciente por el grueso de los participantes, la dimensión sagrada de la celebración puede modificar en ocasiones y de manera momentánea las condiciones espacio-temporales en las que nos manifestamos. Dicha situación debió haberse presentado a través de la voluntad inquebrantable y silencio internos que por instantes preciosos Nuevo Camino manifestó como un solo ser, pues el hecho es que ya cuando casi se producía el encuentro entre caminantes y organizadores a unos metros de la puerta de hierro que delimita el acceso principal del atrio de la Basílica, de manera bastante notoria, el ritmo y volumen de los tambores concheros aumento considerablemente y con características que evocaban con toda claridad la interpretación de una danza guerrera.
Alicia continuo inmutable al frente sin detener su marcha ni titubear por un instante y en vez del inminente choque, la barrera humana que formaban los organizadores se hizo a un lado en los últimos momentos y se convirtió en dos columnas laterales que protegieron nuestro ingreso al atrio de la basílica. Alcance a escuchar varios gritos que repetían:
– ¡ Estos son los últimos, nadie más, cierren el paso, cierren el paso, allí viene ya la Virgen ¡ –
Al trascender por el umbral del arco de piedra que enmarca el ingreso principal del atrio de la basílica sentí que me tocaban suavemente con la mirada por decirlo así, y al voltear a mi izquierda para indagar sobre mi extraña percepción note asombrado los ojos puros y luminosos y la sonrisa de un anciano limosnero que estaba sentado en uno de sus escalones. Apenas repuesto del fugaz encuentro con el enigmático personaje que tranquilamente esperaba la llegada de la Virgen, escuche de nuevo los rítmicos y ancestrales sonidos de los concheros que bailaban en el atrio a nuestro alrededor y que parecían con el nuevo énfasis que estaban imprimiendo a sus melodiosos cantos, estar al tanto de nuestro logro al haber llegado hasta donde ahora nos encontrábamos.
Continuamos avanzando unos metros más al frente hasta situarnos en el centro del atrio y en ese preciso instante las enormes puertas de madera de la Basílica se abrieron ruidosamente. El sacristán que las abría para recibir la inminente llegada de la Zapopana no pudo ocultar su sorpresa al ver frente a sus ojos a nuestra peculiar agrupación. ¡ Que magnifica señal ¡ La Zapopana bendecía nuestro noble esfuerzo abriéndonos las puertas de su corazón ¡ Comprendiendo que el tiempo apremiaba por la inminente llegada de la Virgen todos nos hincamos frente al ingreso y realizamos una breve oración de agradecimiento por las gracias recibidas, para de inmediato ir a ubicarnos en la parte izquierda del atrio con intención de recibir discretamente y desde esa posición la llegada de nuestra querida Generala. Los concheros que no cesaban de cantar nos dejaron muy claro que aceptaban formáramos parte de su grupo allí en el atrio pues varios de sus danzantes pasaban por detrás de nuestro pequeño grupo danzando y cantando.
Jubilosos y agradeciendo con genuflexiones y muestras de respeto a los concheros por su invaluable ayuda durante toda la jornada, abrazamos efusivamente a nuestras impecables guerreras Alicia y Krista que nos habían conducido una al frente y la otra cerrando nuestra formación, con gran habilidad y bravura en aquella memorable jornada. Acto seguido, nos tomamos de la mano para esperar a la Zapopana.
No tardo nuestra Madre mucho tiempo en hacer su aparición rodeada del amor y del fervor de su pueblo, entre vivas y cantos, lágrimas y aplausos. El verla pasar rumbo a su casa y a su bello retablo desde el cual nos colma a diario de bendiciones y gracias inmerecidas, cimbro hasta lo más profundo nuestros corazones. En el mismo momento en el que su venerada imagen traspasaba el umbral de la Basílica percibí desde mi corazón y con toda claridad que un intercambio de vibraciones amorosas y energía espiritual poderosísima tenía lugar de manera instantánea y simultanea entre los sagrados santuarios de Zapopan, Talpa, San Juan de los Lagos y el Tepeyac.
Hace mucho tiempo en un lugar cerca de Sinaloa, había un lugar llamado Aztlán, donde se originó una gran tribu guerrera llamada Mexica, descendientes de los Chichimecas y Toltecas. Una vez, la erupción de un volcán hizo que esta gran tribu emigrara hacia el Sur en el año de 1113, y se detuvieron en un lugar llamado “Chicomoztoc”, donde hicieron siete oratorios, cada uno en una cueva. Su dios Huitzilopochtli les reveló un mandato diciéndoles: “Sean fuertes e invencibles en la guerra, siembren maíz y donde vean a una águila devorando a una serpiente ahí será su destino”. Siguiendo su camino al Sur en un lugar llamado “La Quemada” las tribus se dispersaron. Algunas se fueron al centro de México llegando al valle de Anahuac, donde fue vista la profecía de Huitzilopochtli, mientras que las otras tribus dispersas, siguieron descendiendo por la costa de Occidente hasta llegar a Colima y otras cruzaron cerros y valles llegando por la sierra de Mezcala introduciéndose a la laguna de Chapala.
Un jefe de una tribu llamado Cazcalotzin que llevaba su propio dios llamado Ixtlacateotl, vio desde la serranía de Mezcala hacia el poniente del lago, la figura de un águila impregnada en un cerro colorado. Recordando las profecías de Huitzilopochtli, les dijo a sus seguidores que allí formaría su pueblo, pero tal fue su sorpresa que al llegar a ese lugar, había ya un pueblo viviendo ahí. Esto ocurrió por el año de 1127. Según cuenta la leyenda este pueblo no era guerrero, sino pacifico los llamados Cocas, descendientes de los Otomi y Toltecas.
El jefe Cazcalotzin al ver este pueblo pacifico abusó de ellos y conquistó al pueblo nombrándolo “Teo-pantitlan” (popularmente conocido como “Teopantitla” por los oriundos de Ajijic). Esta tribu bárbara mexica de rústicos mexicanos también conocida como “cazcanes” floreció por el año de 1472.
El jefe tuvo su descendencia y se dice que a la cuarta generación hubo una niña llamada Xochitl-pilli (pequeña flor) la cual descubrió un ojo de agua llamándole atl-xic-xic (agua en derrame) y se dirigió a un ligar llamado Tonallan, (lugar donde sale el sol) siendo ella quien gobernó a ésta región, la segunda de nombre Coyotzin reinó el territorio de Tlajomulco, por medio de su hijo Coyotl y Xincan-tzin (jícara sagrada) la más joven de ellas (conocida como la viejita Xicantzia por los oriundos de Ajijic, la cuál poseía una mina de plata) ya anciana reinaba en la región de Atl-xic.xic, a la llegada del primo de Hernán Cortez, el capitán Alonso de Ávalos y del primer fraile fray Martin de Jesús o de la Coruña. El ultimo fue Xitomatl el cual fundó una gran monarquía, quien gobernó el territorio de Cuetzallan, (san Juan Cosalá)el cuál estaba resguardado al oriente por el reino de Chapal y al poniente por Xocotepec. (Tomado del texto: Comunidad Indigenista de Ajijic y “Origenes” Leyendas de Ajijic).
Pues la descendencia de Cazcalotzin de raza cazcán, aún conservaba parte de sus creencias de sus antepasados los Chichimecas, ya que practicaban rituales de sacrificios humanos de sus enemigos los Purepechas de Michoacán, se los ofrecías a su dios Ixtlacateotl, untándose su sangre con la creencia que los haría inmortales. En un ojo de agua caliente de Cutzalan, arrojaban niños a “Teopitzintli” (dios niño). Según cuenta un relato, esta práctica se realizaba en las mencionadas sangrías del mes de Mayo, antes de la temporada de lluvias. En una ocasión cuando iniciaban sus rituales, la gente con miedo se alejaba, pero eran forzados a ser parte de sus ceremonias mientras iniciaba la luna llena de Mayo.
La laguna empezó a enfurecerse, mostrando un pequeño oleaje chinito llamado “miraje” y la gente empezó a agitarse al ver ese cambio, porque ese miraje no paraba, por lo contrario se agitaba más y presentían que el espíritu de la laguna estaba inquieto. Por el Oriente el viento empezaba a arrastrar una mezcla de nubes renegridas en forma de remolinos, por el Poniente se acercaba una polvareda de ceniza oscura del lago muerto y salitroso de Tzacualco, penetrando y chocando fuertemente en los “Picachos del pando de abujas” donde se encuentra el cerro en forma de águila (cerro colorado). El viento sureño zumbaba cada vez más fuerte, arrastrando las nubes en espirales causados por el choque del viento frío del Norte que venía a gran velocidad, envolviendo al pueblo completamente oscuro provocando un fuerte terremoto. Y entre los sacerdotes y las sacerdotisas apareció un señor muy anciano pero fuerte y alto, de piel cobriza morena con vestiduras blancas y decoraciones coloridas de bordados finos de animales, astros y plantas, atado en su cabellera de plata oscura una banda rojiza y de escasa pero muy larga barba, con su bordón señaló a la laguna y a los cuatro puntos cardinales y les dijo:
“Mi Madre Naturaleza se ha enfurecido con Uds. Y ha enviado a mi hermana Michicihualli a poner fin a sus perversas prácticas, porque han envenenado las mentes de otras naciones haciéndoles creer que así fuimos nosotros con mi hermana Michicihualli la laguna, rindiéndole tributo con sangre. Nosotros somos de la nación coca descendientes de los Toltecas y esta es nuestra tierra de origen hace muchos soles y lunas antes de que Uds. llegaran desde la región de Aztlán. Han usurpado nuestras tradiciones y nuestras deidades, nosotros veneramos a los elementos naturales de nuestra Madre Naturaleza con ofrendas que ella nos proporciona para la vida que es el maíz, frijol, calabaza, chile… Pues mi hermana Michicihualli es la mediadora del buen temporal y del clima, manteniendo en armonía los cuatro vientos de los puntos cardinales y ahora la nueva nación de blancos barbados nos ve como a Uds.”
Poco a poco la figura de ese hombre se fue perdiendo en la oscuridad, la cuál se fundía en ligeros tonos rosas tiernos, donde se asomaban los primeros rayos del sol y todo volvía a la normalidad. Cuenta la leyenda que posteriormente vinieron otras manifestaciones de la laguna por medio de trombas, pero de menor grado, pero que podría manifestarse nuevamente a raíz de su contaminación.
Los barbados blancos iniciaron una ermita de zacate en el año de 1531 con una nueva creencia religiosa, iniciando así el actual pueblo de Ajijic.
Hugo Gustavo Zamora Medina (San Juan Cosalá.).- Como cada año, pobladores de San Juan Cosalá manifiestan su fe y devoción a la Virgen del Rosario de Talpa en su avocación a la madre de Dios.
Será el día siete de marzo del año en curso, cuando una gran parte de la comunidad se dirija al poblado de Ameca para iniciar su recorrido, dormir en lagunillas, e iniciar a las tres de la mañana el ascenso del cerro del obispo para llegar a “Estanzuelas” y el crucero de “Huachinango”.
Es importante mencionar que cada año los de esta comunidad se juntan con los dos millones de personas que emprenden su peregrinación a ver a la Virgen de Talpa a lo largo de los 117 kilómetros de la Ruta del Pregrino. Esta ruta los conduce desde Ameca, sobre la montaña del cerro del Obispo hasta el punto del Espinazo del Diablo y, finalmente, en la localidad del destino de Talpa de Allende con el santuario de la Virgen de Talpa.
La fecha de salida para esta ocasión será el lunes siete de marzo. Su organizador, don Guillermo Morales Verar, sigue invitando a la población para que se una a esta expedición espiritual que tiene como objetivo llegar a los pies de la Santísima Virgen.
Por: Fernando Davalos
En aquella ocasión y por tratarse de una caminata eminentemente femenina, Alicia guiaría al grupo y Krista cerraría la formación. Ante la imposibilidad de tan siquiera acercarnos a las puertas de la catedral que se encontraban abarrotadas de feligreses, Alicia nos situó justamente enfrente en la plaza Guadalajara, para desde ahí y mirando en dirección al sagrario de la catedral, dirigir una oración de ofrecimiento de nuestro trabajo a la Zapopana pidiendo fervorosa y humildemente su protección.
Una vez concluida la oración, realizada en medio de un gran número de gente que iba y venía en todas direcciones, Alicia indicó con mucho acierto que aún cuando la caminata presentara muchos problemas para la adquisición del necesario silencio interno por tratarse de una verbena y celebración de la alegría populares, la consecución del ansiado silencio seria crucial e importantísimo en cuanto a que nuestra señora sabría indicarnos a través de nuestro silencio lo que necesitábamos conocer en ese día especial. Si lográbamos crear el necesario vacío positivo callando en lo interior- la Zapopana, agrego Alicia – sabría darnos claves para seguir trabajando en pro del mestizaje y del Nuevo Camino que ahora intentábamos en nuestras vidas.
Al terminar sus indicaciones y sin más preámbulos, Alicia giro 90 grados a su izquierda y adopto una postura erguida y en dirección a la basílica de Zapopan dando al grupo de esta manera la silenciosa señal de prepararse para el inicio de la caminata. Había pasado al menos otra media hora desde que descendimos del auto de Alicia, así que eran ya las cinco y media de la mañana y habían salido ya numerosos contingentes en dirección a la casa de nuestra querida generala. Con paso firme y veloz iniciamos nuestro caminar en aquella fría mañana.
El lograr el necesario silencio interno y cohesión grupales no iba ser nada fácil pues caminábamos a pesar de la temprana hora entre una multitud de parroquianos que transitaban en ambos sentidos y en todas direcciones algunos con lentitud y otros con rapidez, así que una gran parte de nuestra concentración debía enfocarse a lo que sucedía en nuestro exterior para esquivar toda clase de obstáculos que se interponían en nuestro camino en aquella abarrotada avenida 16 de Septiembre.
El escudo energético
Comprendí, basado en lo que empezaba a percibir, que cuando nuestro grupo caminaba en formación más o menos cerrada, nuestra propia cohesión interna actuaba como un escudo energético que de alguna manera aislaba al pequeño grupo del bullicio externo permitiéndonos así la consecución al menos en mínimo grado del vacío positivo que necesitábamos para “escuchar” las sugerencias de Nuestra Señora en aquel su día especial. Alicia había seguramente percibido dicha situación con anterioridad, pues deliberadamente disminuía o aceleraba la marcha para permitir con impecable intuición -pues no volteaba hacia atrás- que el grupo siempre mantuviera una formación cerrada. Pronto, todo Nuevo Camino intuyo lo que Alicia estaba diciéndonos con su caminar y deliberadamente acelerábamos o disminuíamos la marcha en lo individual para permitir la necesaria cohesión en todo momento.
Dicho procedimiento dio buenos resultados pues nuestro grupo avanzaba con fluidez a pesar de caminar muy cerca de la banqueta y entre el cordón de seguridad que impedía el paso de las personas a la parte central de la avenida en donde avanzaba el grueso de los contingentes. Cuando llegamos al nodo vial en donde se encuentra la escuela Normal de Jalisco y la avenida 16 de Septiembre da paso a la avenida General Manuel Ávila Camacho, Nuevo Camino tenía ya el mínimo requerido de cohesión interna, lo que fue de mucha utilidad pues debido a la enorme cantidad de gente, la marcha normal parecía detenerse por instantes en aquel cruce, siendo nuestro grupo seccionado en varias ocasiones por los numerosos participantes de la romería que parecían provenir de todas las direcciones imaginables.
Iniciábamos el tramo más difícil de aquella caminata que por alguna razón desconocida habíamos percibido en anteriores ocasiones como el más ruidoso y difícil para el logro de la cohesión grupal y el silencio internos. Dicho segmento iba desde el inicio de la avenida General Manuel Ávila Camacho hasta su cruce con la calle de Circunvalación Country en donde se ubica el restaurante la Gran Fonda. Alicia lo sabía y por ello disminuyo el paso para con ello lograr una formación más compacta cuyas características de separación de apenas medio brazo de distancia al compañero de adelante era prácticamente imposible de penetrar; Asimismo, levantando su brazo derecho para atraer nuestra atención visual al horizonte, inició con paso firme y marcial una marcha militar, a la cual todos adaptamos de inmediato nuestros pasos.
De nueva cuenta el brillante procedimiento de nuestra inspirada guerrera dio buenos resultados pues todo el contingente sintió al momento que nuestra marcha fluía naturalmente y sin interrupción alguna. Aun cuando en ocasiones alguno de nosotros perdiera el paso al marchar o dejara de fijar la vista al horizonte sin enfocar nada en lo especifico que era lo adecuado en aquellos momentos, la cohesión del grupo nos jalaba con firmeza en la dirección correcta. No necesitábamos ojos. Alicia sabía por dónde íbamos y Krista cerraba nuestra formación; el resto del grupo debíamos confiar ciegamente en nuestras intuitivas y eficientes guerreras.
Un rio de poder
Después de unos veinte minutos de marcha en la que el ruido era en realidad el único adversario, Alicia enfilo con todo el grupo a la derecha de manera abrupta y en forma tal que pensé que íbamos a chocar de frente con el cordón de seguridad que nos separaba de los contingentes que marchaban en la romería. Sin embargo y en vez de ser rechazados por el mismo nos vimos de pronto dentro del grueso de la romería que iba acordonada y como un contingente más.
Mi única explicación ante el afortunado evento es el hecho de que nuestro paso simétrico y marcial y blancas vestimentas con listones rojos en la cabeza debieron llamar poderosamente la atención de quienes acordonaban la romería, los cuales seguramente pensaron que éramos parte de algún contingente autorizado. Y de alguna manera tenían razón, nuestro contingente se llamaba Nuevo Camino y estaba seguramente autorizado por la Zapopana.
De inmediato nos fue a todos evidente al ingresar dentro de la zona acordonada, que nos encontrábamos dentro de un verdadero río de energía poderosa e incontrolable que de alguna manera siempre había nutrido los esfuerzos descomunales realizados por muchos de sus contingentes, sobre todo en el caso de hombres y mujeres de edad avanzada y de grupos de concheros y danzantes de todas las denominaciones, pues algunos de ellos habían incluso pasado la noche en vela danzando con su amor inagotable por su Virgencita. La energía que todos percibíamos al caminar dentro de la zona acordonada primero nos nutrió en lo físico pero también en lo mental y emocional, dándonos de inmediato claridad, fuerza y presencia de ánimo para continuar en aquella celebración desde la perspectiva del silencio interno.
Una segunda y peculiar característica de la energía que circulaba serpenteando por entre los contingentes es que parecía provenir de atrás y desde donde se encontraba el automóvil que seguramente a esas horas ya transportaba a nuestra querida generala, nuestra Virgen de Zapopan. En nuestro caso y concretamente a través de Krista y de Alicia, la energía percibida y transmutada estaba empujando materialmente a nuestro grupo hacia delante con enorme rapidez.
A medida que avanzábamos con gran fluidez empecé a sentir que materialmente “entrábamos” de un espacio energético a otro por así decirlo y que ello sucedía al ir nuestro grupo rebasando un contingente y alcanzando al otro. No pude más que concluir que los diferentes “espacios” que percibía eran cualidades específicas de la energía que circulaba, la cual era transmutada por cada contingente según fueran las características de sus miembros y su particular cohesión grupal. Había contingentes cuyos espacios energéticos eran suaves, amorosos y tranquilizadores mientras que había otros en que la energía se percibía con bastante intensidad. Había también zonas, sobre todo en las que los contingentes se separaban demasiado el uno del otro en que la energía se percibía fluyendo con bastante lentitud.
Cuando arribamos al final del segundo segmento me encontraba a esas alturas, bastante mareado y con mucho calor interno. Debido a la protección que nos ofrecía la zona acordonada, cruzamos con rapidez la avenida Circunvalación Country y dejamos atrás el restaurante la Gran Fonda. Habíamos iniciado el tercer segmento de la romería que iba por la avenida General Manuel Ávila Camacho desde la avenida Circunvalación Country hasta la carretera vieja a Zapopan.
Al cruzar por la avenida Circunvalación Country y a pesar de venir dentro de la zona acordonada, note algo que solo puedo definir como una turbulencia en la energía y recordé que lo mismo había notado pero con mucho más intensidad cuando cruzamos el nodo vial que marcaba el final del primer segmento de la romería en las confluencias de la avenida 16 de Septiembre y General Manuel Ávila Camacho. Pensé para mis adentros que previo a las romerías, grupos como el nuestro podrían intentar “limpiar” dichos “umbrales” entre segmentos, caminando en ambas direcciones cuantas veces fuera necesario y en total silencio interno. Dicho trabajo contribuiría enormemente al adecuado flujo de la energía durante la romería.
Busca la continuación el próximo viernes en esta página de internet. www.semanariolaguna.com
Hugo Gustavo Zamora Medina (San Juan Cosalá.).- El presbítero Adalberto Macías Llamas, quien ha visto pasar 50 generaciones de estudiantes, llegó el 19 de marzo de 1966 como vicario a esta comunidad. Fue párroco durante 27 años, para después entregarse a su institución de “Niños y Jóvenes”.
El padre Beto, como lo conocen los locales, fundó escuelas para que los niños de esta comunidad tuvieran acceso a la educación.
“Hace 50 años, Dios me trajo a este hermoso pueblo de San Juan Cosalá”, dice el Padre Macías. “Luego, divisé las urgencias, y según mi primer censo había en el pueblo 500 muchachos en edad escolar [sólo asistían a clases 40 niñas y 40 niños], y así ha sido trabajar desde el día que llegué”.
Los 45 maestros y los directivos de la escuela que dirige agradecen a Dios su vocación. “Cada aula es el templo del saber, y así lo usamos. Nuestro colegio Gustavo Díaz Ordaz ha obtenido el primer lugar a nivel zona. A nivel estatal, no una vez, ni dos, sino muchas veces”, manifestó el padre Beto.
“Rezo y pido por ustedes, como espero que todos ustedes pidan por mi”, expresó el padre Beto en la misa de nueve de la mañana.
El padre Beto, quien es el patriarca del pueblo dijo: “Jesús, Hijo de Dios y de María, maestro único de la humanidad, enséñanos a servirte y amarte”.
Además señaló: “¿Cómo la ves? Gracias por soportar nuestros logros, porque nuestros alumnos de nuestra escuela al terminar su primer año salen leyendo bien, escribiendo bien contando bien”.
Actualmente el padre Beto se encuentra hospitalizado y recibiendo la atención necesaria, por lo tanto, se invita a la población a visitarlo, consentirlo y abrazarlo, ya que según los locales, este padre ya dio mucho, ahora le toca al pueblo devolverle las muestras de cariño.
El Padre Beto participó en los siguientes proyectos.
1966.- Escuela elemental 300 alumnos, 1967.- Escuela primaria completa 600 alumnos, 1969.- Jardín de niños Francisco Gabilondo Soler, 1970.- Secundaria 120 alumnos, 1972.- “Niños y Jóvenes, A. C.” obra social, 1979- Primera preparatoria, 2000.- Preparatoria Gustavo Díaz Ordaz, 2012.- Colegio México.
Jocelyn Cantón (San Antonio Tlayacapan, Jal.).- Un sondeo realizado por este medio dio a conocer que los pobladores de San Antonio Tlayacapan se encuentran contentos con la remodelación del curato de su parroquia.
El remozamiento del curato se ha hecho con donaciones de personas que vienen de Guadalajara y de las kermeses que hace hasta dos veces por año el padre Gilberto Ruiz, quien se encarga de la Parroquia.
Los locales mencionaron sentirse contentos con la obra que se realizó con el dinero recaudado en las kermeses que hacia el padre Gilberto.
“Le encomendaron hacer una instalación nueva, porque la que había ya estaba muy vieja. Lo que es el templo no se le ha metido nada porque es considerado patrimonio. Sólo se arregló el curato”, explicó una comerciante de la plaza, quien prefirió el anonimato.
Los pobladores aseguraron que hace cerca de cuatro años fue cuando se comenzó con las reparaciones en el curato de San Antonio, donde por fuera se pueden ver las paredes forradas de cantera y la banqueta con azulejo.
Los pobladores argumentaron que era bonito a la vista, pero añadieron no recibir ningún beneficio de eso, sobretodo porque el clérigo no deja sentar a las personas en la banca de cemento que está afuera del curato.
«Es un señor ya grande de edad y tiene sus ideas. Pero si él vive a gusto y fue su encomienda está bien», indicó una de las entrevistadas que se encontraba en la plaza de la población.
Respecto al rosario que se da para toda la población con una bocina, se comentó que se sigue dando a las 7:30 de la mañana, y que la gente del pueblo se ha mostrado más accesible porque se reza en un volumen más bajo.
Foto: cortesía tomada de la red.
Hugo Gustavo Zamora Medina (San Juan Cosalá).- Personas de la ribera de Chapala viajaron a la ciudad de Morelia, Michoacán para ver al Papa Francisco de cerca, “aunque sea unos cuantos segundos”, señaló Lupita Ayala de Ajijic.
Al menos es lo que consideran las personas de Jocotepec, San Juan Cosalá, Ajijic y Chapala, quienes viajaron en la coordinación del señor Armando Parra, de Ajijic, quien llevó dos camiones con el propósito de sólo ver al pontífice pasar por las calles de Michoacán, y regresar a sus casas felices y llenos de esperanza.
En otro punto del recorrido, Lupita y su esposo, Álvaro, esperaron muchas horas para ver al Papa Francisco. Indicó que luego de verle, sintieron una gran paz interior. “Siempre me pregunté cómo sería ver al Papa. Sentí una sensación, la cual es indescriptible”, expresó con emoción Lupita.
Contenta, platicó que “fue como un suspiro, con las horas de espera, el calor se fue adentrando en la piel. Nunca imaginé estar mucho rato en el sol, pero valió la pena. Tuvimos la oportunidad que de entre miles de personas, a nosotros nos entrevistaran, como si una fuerza se hubiera apoderado de nosotros para hablar cosas muy bonitas del Papa Francisco”.
Otro jovencito de San Juan Cosalá dijo sentirse “contento y feliz con sólo ver un instante al Papa Francisco, a un ser humano que ama a todos por igual. Es un hombre noble y las palabras son cortas, estoy emocionado”.
El martes 16 de febrero, personas mayores, jóvenes y niños de la Ribera de Chapala madrugaron y caminaron hasta la catedral de Morelia, Michoacán, para encontrarse por un instante con el Papa.
MIguel Cerna (Jocotepec, Jal.).- Noemí Judit Robles Jiménez, coordinadora del grupo “Alma Misionera” del Santuario de la Virgen de Guadalupe, fue una de las asistentes, pudiendo ver al Sumo Pontífice a escasos metros de distancia en el estacionamiento de acceso al estadio.
Noemí Robles dijo que derramó algunas lágrimas, y que se sintió emocionada y satisfecha con tan sólo haber visto al Papa Francisco unos segundos en su desfilar. Para ella valió la pena el sacrificio de esperar ocho horas bajo el incandescente sol, con hambre y cansancio.
Robles Jiménez comentó que se le hizo corta la espera gracias al ambiente de furor que se vivía, dónde no dejaron de corear porras, cantos y rezos. Además de que la experiencia le sirvió “para conocer jóvenes de otros lugares con el mismo ideal y ambiente religioso”. La comitiva que iba con Noemí ondeaba banderas de México con la palabra “Jocotepec” escrita en la parte inferior.
Aunque Judit Robles no pudo ingresar al recinto, sintió “cerca” la presencia del Pontífice, a través de las pantallas gigantes. Su satisfacción personal fueron las fotos que le tomó.
Esa tarde, el Papa sostuvo un encuentro con más de 100 mil jóvenes michoacanos y de diferentes partes de la República que se dieron cita en el estadio Morelos.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala