Por José Antonio Flores Plascencia.
Quienes hemos estado ahí como representantes de casilla o candidatos a un puesto de elección popular en las últimas seis elecciones, hemos visto un México que ha girado de la derecha a la izquierda, cuando Ernesto Zedillo ganó la presidencia en 1994 el PRI tenía 300 diputados; para la siguiente elección el PRI pierde por primera vez ante el PAN obteniendo 201 diputaciones; ya para el 2006 por primera vez en toda su historia el PRI no rebasa los tres dígitos y se queda con 97 diputaciones.
En el 2012 después de dos sexenios gobernando el PAN, el PRI recupera la presidencia de la república además de tener nuevamente 208 diputaciones. Ya para el 2018, atribuido al desgaste presidencial que tuvo Peña Nieto, los priistas sólo pudieron conseguir 47 diputaciones; en la reciente elección de este año el PRI obtuvo 35 diputaciones.
En este periodo han perdido el casi el 90 por ciento de los diputados, nadie podría creer que el partido de estado tuviera esa cantidad en los noventas y que hoy solamente gobiernen dos estados como son Coahuila y Durango, mientras en ese 1994 a excepción de alguno estados, la mayoría eran priistas, tenían el control de las cámaras de senadores y diputados.
En las recientes elecciones tanto en Jocotepec como en Chapala los votos de los tricolores no llegaron a los mil, en la pasada elección por la alcaldía de Chapala apenas rondaron en los mil 500 votos, mientras en Jocotepec no llegaron ni a los 500 votos, fue la primera vez en toda su historia que no tuvieron un representante en el cabildo.
Por otro lado en esta elección en Chapala sucedió lo que nunca en su historia no tener candidato a la presidencia municipal, se puede apreciar un común denominador: “lo que nunca antes en su historia había sucedido”. En los dos municipios vemos gente que ya no siente representado por los colores priistas, en el último trienio no han tenido una voz que reivindique sus principios que hoy parece que se identifican más con la derecha, ya no hay una brecha entre PRI y PAN desde hace tiempo parecen lo mismo, tanto que en esta última elección fueron juntos.
Ante esa crisis existencial su dirigente nacional se ha empecinado en reelegirse, y el Comité Directivo de Jalisco lo apoya y le levanta la mano para que continúe como presidente de esa organización política por un periodo más. La pregunta es ¿podrá resistir el PRI con Alito?
Foto: Archivo Laguna.
Por José Antonio Flores Plascencia.
Nuestras calles son historia, invitan a caminarlas, son la conexión entre nuestros cerros y el lago, pero el libro de la movilidad de Ajijic tiene páginas en blanco que así se quedaron por la pasividad o la ignorancia de las diferentes autoridades. Haber dejado que se invadieran las zonas federales tiene como resultado un tráfico como de urbe; pasar cuatro kilómetros se convierte en los fines de semana hasta un tramo de 60 minutos. Es por ello que esas páginas blancas es necesario escribirlas con propuestas viables.
Uno de los principales responsables es el transporte público, que no respeta los espacios asignados para las paradas y sigue cargando pasaje en la carretera, haciendo que la línea de autos vayan siguiéndolo desde el panteón, hasta el libramiento. Aquí pedimos a la autoridad competente que vigile y sancione las violaciones de dicho transporte público.
Otro de los problemas somos los automovilistas particulares que no respetamos los espacios asignados al transporte público, así como evitar dar vuelta donde no lo es, específicamente en la calle Colón, Galeana y Encarnación Rosas. Una posible propuesta sería solicitar a la autoridad municipal y estatal que realice la señalética correspondiente y habilitar calles como Ángel Flores, para el ingreso a la zona centro de Ajijic por la calle Colón; otra es la calle paralela a la carretera para el ingreso a la calle Encarnación Rosas, por Farmacias Guadalajara, en esos dos puntos es donde se detiene constantemente el tráfico por particulares.
El transporte de carga como de venta de agua, refrescos, gas y otros, es importante asignarle horarios o un espacio de carga y descarga.
El sistema de recolección de basura definitivamente debe tener otros horarios en la carretera y prácticamente en todo el pueblo, tienen ruta en horario después de las 7:00 horas, donde todo mundo va al trabajo y a las escuelas y hacen filas desde el CETAC Ajijic, hasta Las Seis Esquinas o El Tempisque.
Otro problema son las motocicletas. Constantemente vemos accidentes porque rebasan por el lado derecho, se pasan los altos, transitan en sentido contrario y/o a exceso de velocidad.
Necesitamos una campaña de altura ante problemas que entre más pasa el tiempo más se agudizan, quienes buscan la presidencia municipal deben tener una propuesta para solucionar el problema de vialidad, que antes sucedía únicamente los fines de semana, pero ahora ocurre todos los días.
La pregunta es: ¿quién pondrá orden a la movilidad en Ajijic?
Relleno al Lago de Chapala. Foto: Cortesía.
Por José Antonio Flores Plascencia.
En días pasados nos dimos cuenta de que la Comisión Nacional del Agua (Conagua), sí existe. Actúo clausurando las obras de un cárcamo de aguas residuales (depósito de bombeo para conducir aguas a la planta de tratamiento), en Riberas del Pilar, ejecutadas por el Ayuntamiento de Chapala.
Esta clausura tiene dos visiones, la primera: la preocupación del ayuntamiento de sanear la agencia municipal de Riberas del Pilar y, estoy seguro que el presidente municipal, Alejandro Aguirre, lo hace de buena fe, pero es importante que su gente y conozca las condiciones y repercusiones técnicas y jurídicas que una obra de esta naturaleza conlleva, porque lo único que están haciendo es exhibir al presidente municipal. Detrás de esa clausura, denota falta de experiencia.
Y la segunda visión es que el elefante reumático del que habla Andrés Manuel López Obrador, presidente de México en asunto de aguas nacionales, la invasión de la zona federal del Lago de Chapala sigue siendo un gran pendiente. Además tenemos la ineptitud de quienes dirigen la Conagua en Jalisco, aunado a la corrupción de los funcionarios municipales de los diferentes ayuntamientos ribereños que dan permisos de construcción y de los notarios que otorgan escrituras en zonas federales.
Como parte de los antecedentes de los cárcamos construidos en los lechos del lago en las diferentes poblaciones, todos presentan infiltraciones de agua cuando se incrementan los niveles del lago, la mayoría de ellos fueron hechos en la administración de Francisco Ramírez Acuña. Cito ejemplos: Mezcala, San Juan Tecomatlán, San Pedro Itzicán, pero también las redes de alcantarillado de poblaciones en la ribera reciben infiltraciones de aguas del lago.
Uno puede cuestionarse cuál es el problema, bueno el problema radica en que cuando se empieza a operar los cárcamos con influencia de agua pluvial los sistemas de bombeo no son suficientes, porque siempre están inundados y eso encarece los costos de energía, además esa agua pluvial diluye la concentración de la materia orgánica que es la función principal de una planta de tratamiento. Por lo tanto una obra que debiera beneficiar al saneamiento del lago y a una población se convierte en un elefante blanco o una obra sin sentido o solamente de aparador.
Esa clausura al ayuntamiento de Chapala debiera ser para todos aquellos que han invadido la zona federal. El Código Penal Federal en el artículo 420 bis señala, se impondrá pena de dos a diez años de prisión y por el equivalente de trescientos a tres mil días multa, a quien ilícitamente: I. Dañe, deseque o rellene humedales, manglares, lagunas, esteros o pantanos.
Para todos aquellos que han rellenado, dicho código contempla hasta 10 años de prisión.
Por José Antonio Flores Plascencia.
El 1 de febrero cumpliría años María Dolores Plascencia Real, conocida en el pueblo como Lola Plascencia, mi madre, quien me enseñó la importancia de la conciencia histórica y a querer la escuela.
Ella nos platicaba que la escuela era el único camino en la espiral social y “van a ir a la escuela a donde tengan que ir”, nos decía. Cuando murió mi abuelo Ramón, mi tía Jesús se las llevó a México a ella y a mis otras dos tías Amelia y Esther, porque eran los años cuarentas y aquí en Ajijic solamente había hasta tercero de primaria.
Vivió hasta los años cincuenta en la Ciudad de México en la colonia Clavería. Por ello, crecimos con dichos defeños (relativos al extinto Distrito Federal), sin olvidarnos de Ajijic, que me enseñó la solidaridad, ese valor que caracteriza a quienes hemos nacido en este pueblo.
El amor por el lago nació con ella, porque nos llevaba a bañar a la laguna. Antes por la calle Flores Magón, hasta abajo había una bardita de donde nos echábamos clavados y se formaba una especie de pila, era una alberca para nosotros y al inicio había una palma adornada con un cajete de ladrillo, que había perdido su color rojo por un forro de lama verde.
En la temporada de lluvia, el terreno de mi casa fue una ladrillera, así que hicieron excavaciones y nacía agua, ahí acudían a bañarse todos nuestros amigos del barrio, éramos fácil unos treinta chiquillos. Nació ese amor por el lago, que nos inculcó con sus pláticas de que la gente de Ajijic iba por agua a la laguna, esos cuentos que se acompañaban con el arrullo de las olas de una Laguna de Chapala en los años setentas, porque al cerrar los ojos se escuchaba como si estuvieras en el mismísimo mar.
Cuando estudié en Guadalajara, mi madre se levantaba a las 04:30 de la mañana para darme el desayuno y no podía irme sin nada en el estómago. Hoy que visito a mis hermanos Beto y Nico en Estados Unidos, a las 05:00 de la mañana están desayunando por el mismo motivo que yo, mi mamá hacía que antes de irse a la escuela, también tenían que desayunar.
Me enseñó el gusto por el cine. Mi mamá Lola era una enciclopedia viviente del cine mexicano, era una delicia escucharla. En mi visita a Venezuela, varias personas me dijeron que les gustaba el cine de mi país, gracias a mi mamá pudimos entablar innumerables pláticas, con el rico sabor que sólo mi madre le imprimía. A mis hijos les heredé el gusto por el cine.
Mi mamá Lola con nosotros era recia y con sus nietos era toda dulzura, tanto que cuando me fui a vivir a Guadalajara por un largo periodo de mi vida, los fines de semana regresábamos a Ajijic, porque realmente nunca nos fuimos. Estábamos un día en la plaza de Ajijic y me dijo: “Toño, mi hijo, vamos a Ajijic”, yo le respondí “aquí es Ajijic”. Hoy yo quiero ir al Ajijic de mi mamá Lola… Bien dijo José Martí «la muerte no es cierta cuando existe la obra de la vida”.
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