Cruz de la señora Teresa Blas García, quien tiene 38 años participando en la tradición; mientras que su familia lo hace desde hace más de 100 años. Foto: Sofía Medeles.
Sofía Medeles.- Varias calles de Ajijic se vieron llenas de colores, flores y festejos, debido a que decenas de familias celebraron el Día de la Santa Cruz sacando sus altares con la tradicional ofrenda para “levantar la cruz”.
El 3 de mayo estuvo lleno de actividades. Desde temprano se pudo ver cómo las familias empezaban a sacar sus mesas y sus decoraciones. Más tarde, las familias y vecinos empezaron a reunirse y convivir, para al final del día, quemar los toritos pirotécnicos que tenían algunas cruces.
Aunque fueron varios los altares, algunos asistentes comentaron que les parecían menos cruces que en años pasados. “Sí se ven varias (cruces), pero son menos que el año pasado. En años anteriores las calles estaban tapizadas de cruces en ambas banquetas”, dijo Alejandra, una vecina de la zona.
Otro habitante de la calle Francisco Villa, de nombre José, comentó que la razón de que sean menos cruces, o de que las cruces sean más pequeñas, podría ser que hay gente que “las levanta”, y no las devuelve tal y como se las llevaron.
“Aquí en la Villa, había una de las cruces más pesadas, se dice que valía hasta 90 mil pesos y tenía muchas cosas, como banda, mañanitas, el toro, varias botellas y una despensa muy surtida, pero se fue acabando cada año de gente que quedaba mal cuando la tenía que devolver. Ahora se usa mucho que cuando levantan una cruz le toman una foto, para que se reponga al menos tal y como estaba”, comentó el entrevistado.
Esta tradición es una de las más antiguas de Ajijic, y se puede corroborar con las familias participantes, ya que en algunos casos tienen más de 100 años siguiendo con la costumbre.
Cada 3 de mayo se celebra el Día de la Santa Cruz junto al festejo de los albañiles. En Ajijic es costumbre que las familias saquen a la calle un altar, que además de tener la figura religiosa de la cruz, tiene flores y adornos de papel con diferentes colores, y una gran cantidad de despensa, frutas, e incluso bebidas, banda y cuetes o toritos pirotécnicos.
A lo largo del día, las cruces son exhibidas, y en algún punto llega otra familia a “levantar la cruz”, es decir, llevarse lo que esta contiene, con la promesa de regresarla y mejorarla para el año que sigue.
Misa en la Cruz del Barrio Sagrado Corazón, en San Antonio Tlayacapan. Foto: Sofía Medeles.
Sofía Medeles.- Los cuatro barrios que originalmente tenía San Antonio Tlayacapan festejaron el Día de la Santa Cruz con una ofrenda, flores, música e incluso pirotecnia en cada una de las cruces.
Las cruces empezaron a ser decoradas desde muy temprano. Alrededor de la una de la tarde empezaron las misas en cada barrio, empezando por el de Nuestra Señora de Guadalupe, seguido por San José, luego el Sagrado Corazón y La Purísima Concepción.
En San Antonio Tlayacapan se cuenta con cuatro cruces, las cuales son arregladas por todo el barrio. Los habitantes de cada uno se ponen de acuerdo y cooperan para comprar las flores, la pirotecnia y la música, además de una comida para los vecinos y asistentes.
En cuanto a la ofrenda que se pone en las cruces, la gente suele elegir uno o más artículos, que para el año siguiente tiene que devolver más grande, o el doble. “Si se toma una canasta de fruta mediana, el año próximo tendrán que devolver una canasta grande, o dos medianas”, comentó la señora Lourdes.
Sobre el barrio de San José, Lourdes también comentó que se retomó una tradición de antaño del Día de la Cruz, que se llama “la Danza de los Gusanos y la Garza”, que consiste en que unos niños se vistan de rayas de pies a cabeza, y son perseguidos por otro niño vestido de garza, los cuales se mueven como gusanos para huir de la garza. Mientras tanto, en los demás barrios suelen festejar con música y bandas.
Las cuatro cruces se encuentran ubicadas en cuatro puntos del pueblo, formando un cuadrado. La cruz del barrio de San José se encuentra al cruce de las calles La Paz y Privada Jesús García; la cruz del barrio del Sagrado Corazón está en el cruce de las calles Jesús García y la Bandera; la cruz del barrio de Nuestra Señora de Guadalupe está en el cruce de La Paz y San José; y finalmente, la cruz de la Purísima Concepción se encuentra entre las calles San José y La Bandera.
José Luis Salazar Jiménez “Chelís”, colocando la Cruz el 3 de mayo. Foto: Cortesía.
Armando Esquivel.- José Luis Salazar Jiménez o “Chelís” como lo conocen sus amigos, es un albañil oriundo de Jocotepec, con más de 40 años trabajando en la construcción; actualmente sigue aportando su experiencia para la edificación de viviendas.
José Luis, de 55 años de edad, platicó que inició como ayudante de albañil desde muy joven, pues la escuela nunca le gustó, ya que desde que estaba en el cuarto año de primaria ya quería seguir los pasos de su padre, fue así como inició su gusto por la construcción.
“En cuanto salí la primaria, luego, luego a la obra, tenía la edad como de 13, 14 años, y ya de ahí me metí a ayudarle a mi papá”, contó José Luis en entrevista, añadiendo que siempre estuvo atento para aprender nuevas cosas, lo cual se le facilitó. “Cuando él revisaba los planos, yo iba y me arrimaba, veía cuando platicaba con el ingeniero y todo”.
A decir de Chelís, a los 17 años ya estaba bien preparado, y a los 18 dijo que aprendió lo necesario, considerando que prácticamente ya contaba con su “título” como albañil, mismo que le otorgó la experiencia y la dedicación, cosas que lo llevaron a la construcción de grandes viviendas en Guadalajara, La Barca y Puerto Vallarta. Actualmente trabaja en la construcción de departamentos en Jocotepec, desde los cimientos, hasta los terminados.
Aunque a José Luis no le ha pasado nada, los riesgos en el trabajo de albañil son frecuentes, inclusive él ha visto de cerca los riesgos que conlleva la construcción. “Un hermano mío sí se cayó desde el tercer piso, de milagro se escapó; dos hermanos ya se han caído, uno del tercer piso y el otro de un segundo piso, pero no les pasó nada, puros golpes y eso”, recordó.
Ante los riesgos, Salazar Jiménez dijo que su truco está en la concentración, por lo que pone firmes sus pies, como si tuviera imanes pegados para no desequilibrarse.
“Yo lo que hago es andar concentrado, cuando ando en los voladeros no me gusta ser tan confiado, le digo a mi ayudante que me pongo imanes en los pies para tratar de no andar moviéndome mucho, porque sí se marea uno y más con esta edad que tiene uno, le gana a uno el peso, pero sí está riesgoso, la obra”, compartió.
Sumado al peligro, los albañiles pocas veces trabajan con un seguro médico o de vida, lo que vuelve el oficio más riesgoso. “Lo chistoso de mí es que de todos los años que he trabajado, yo creo que si son tres años los seguiditos que he trabajado con seguro, es mucho, la mayoría de trabajos es sin seguros”, contó José Luis.
Los momentos cómicos también son parte del trabajo, como lo ocurrido hace unos días, cuando pese a la experiencia obtenida, le surgió un error en su trabajo. “Hace poquito pusimos la ventana y cuando la terminé, en la tarde mi ayudante se pone a limpiarla y le digo que la abra, y vamos viendo que las manijas las pusimos del lado de fuera, en vez de darme coraje me dio risa”, dijo José Luis.
Para el Día de la Cruz, José Luis convivió con carne asada y Coca Cola, bebida que consume con frecuencia, evitando el alcohol, pues tiene ya muchos años que dejó las bebidas alcohólicas.
Salazar dice que se caracteriza por ser detallado y aprovechar todo el material, considerando que de esa forma se ha ganado su prestigio. Desde temprano, el maestro albañil toma su bicicleta para estar presente a las siete de la mañana y salir hasta las siete de la tarde, mientras que Reyes, un joven que funge como su ayudante o “chalán”, labora de las 08:00 a las 18:00 horas. Un maestro albañil gana por semana alrededor de tres mil 500 pesos, mientras que el ayudante recibe un promedio de dos mil 200 pesos.
Chelís dijo que lo que más le gusta, es el momento de enjarrar los muros, ya que considera le va dando la terminación a las viviendas. Lo que le da satisfacción y orgullo, dice, es ver sus trabajos tomando forma, así como cuando los concluye. “Mucha satisfacción y cuando le dan a uno las gracias el patrón y nos dicen, -trabajas muy bien-, se va uno contento. Es muy bonita la obra para mí, yo siento mucha satisfacción, hay veces que me quedo ya tarde, me gusta estar aquí en la obra, como si fuera mi casa”.
Bendición de las Cruces en la parroquia de San Francisco de Asís, Chapala. Foto: Gilberto Padilla.
Jazmín Stengel.- Regresó la fiesta por el Día de la Santa Cruz, el 3 de mayo a Chapala, en las delegaciones de Santa Cruz de la Soledad y San Antonio Tlayacapan, así como en la parroquia de San Francisco de Asís, en la cabecera municipal.
Además de las cruces que los albañiles tradicionalmente colocan sobre las obras que están construyendo como símbolo de protección para evitar accidentes, algunas familias del municipio montaron altares a la Santa Cruz o a la Virgen de la Soledad, a las afueras de su domicilio.
Las procesiones también estuvieron presentes durante el día, a las 08:00 horas en la cabecera municipal inició el recorrido por la avenida Francisco I. Madero, que terminó en la parroquia con una misa y bendición de cruces por parte del cura José Octavio Moreno Olivares; por la tarde se realizó otra procesión en la delegación de Santa Cruz de la Soledad.
En esta localidad, la procesión comenzó pasadas las 18:00 horas, sobre la calle Francisco Villa, entrada principal a la población y continuó entre las calles de la misma, hasta concluir en el templo de la Virgen de la Soledad, junto a la plaza principal.
Fueron menos de 50 personas y la banda de viento Loma Santa, originaria de la población, quienes acompañaron la imagen durante su recorrido religioso. No obstante, fueron cerca de cinco mil los asistentes que acudieron al baile del día principal del novenario, notificó el cuerpo de Bomberos y Protección Civil, destacando la gran cantidad de hijos ausentes que regresaron tres años después, tras la pandemia.
Durante la noche y hasta las 05:00 horas, se presentaron las agrupaciones Vaquero, Banda Coyote, Loma Santa y San Miguel, patrocinado por la familia Del Toro Morando, que también son hijos ausentes.
En la población de San Antonio Tlayacapan también hubo fiesta, allí fueron los vecinos del barrio la Purísima quienes cooperaron para realizar la cena-baile que ofrecieron a la población. La familia Aguayo estuvo a cargo de la organización, junto con otras personas que se “tomaron el día”.
El programa constó de mañanitas y desayuno por la mañana. Después de la eucaristía de la Santa Misa, se sirvió la cena popular y comenzó la fiesta con la Sonora Bombón. La entrega de ofrendas a la Santa Cruz y los múltiples fuegos pirotécnicos cerraron la noche.
Este año, además de verse las tradicionales cruces que los maestros de la obra colocan en lo alto de las construcciones como símbolo de protección para evitar accidentes en la misma. Se vieron también muchos altares frente a la casa familiar.
El sacerdote José Antonio Gutiérrez Castañeda le recordó a los presentes, que la Santa Cruz significa la salvación del pueblo: “proclama el gran amor que Dios nos dio, anuncia a qué precio fuimos rescadados, a precio de un justo”.
Familia disfrutando de la vista a la cabecera municipal desde la cúspide del cerro de Jocotepec. Foto: Héctor Ruiz.
Héctor Ruiz Mejía.- Una tradición en decadencia. Disminuyen los fieles que asisten a la tradicional peregrinación hacia la cruz del cerro de la cabecera municipal de Jocotepec, del 3 de mayo.
Tan solo 500 personas aproximadamente se aventuraron este año para recorrer el sendero de difícil ascenso que se extiende por más de 1.7 kilómetros hasta la cruz del cerro de Jocotepec y de un tiempo estimado de una hora y 40 minutos.
Ya que, a decir de autoridades de la Unidad de Protección Civil y Bomberos Jocotepec, quienes estuvieron brindando asistencia en todo momento en un módulo instalado sobre la Asta Bandera del libramiento, hubo poca participación.
“Ha habido muy poca participación, pues hasta ahorita, hemos contabilizado aproximadamente unas 500 personas, siendo que en años pasados, nos tocaba ver grupos de hasta 100 personas seguiditas”, comentó uno de los elementos.
Pues a decir de la entrevistada, al corte de las 5:00 de la tarde, poco menos de 500 personas habían sido contabilizadas, así como la inactividad por parte del equipo de bomberos y paramédicos, quienes no habían realizado ninguna asistencia médica.
No obstante, durante el trayecto de subida, Gustavo, fiel creyente y peregrino desde “toda su vida” de esta ruta en el día de la Santa Cruz, rezó en todo momento el Rosario, pidiéndole a Cristo ayuda en sus necesidades y agradecer lo que ya tiene.
“Todos los años he venido aquí, a orar y pedir a Dios, como ve siempre subo con mi Rosario y mi libro de oraciones porque se me olvidan y pues, a recordar, la importancia de esta tradición para nuestro pueblo”, comentó.
Don Eusebio Zamora, de 79 años, y albañil destacado de Ajijic.
Sofía Medeles (Ajijic, Jal.)- El tres de mayo se celebra el día de la Santa Cruz y con ello conmemoramos a los albañiles, quienes se han encargado de construir poblaciones desde sus cimientos. Unos de los más destacados en la población de Ajijic, por su trabajo y su tiempo en el oficio, es Eusebio “Chebo” Zamora Álvarez, quien compartió parte de sus vivencias en tantos años como albañil en México y Estados Unidos.
El nacido en 1943 comentó con alegría “Aquí está mi ombligo” refiriéndose a que es originario de Ajijic. De adolescente nace su curiosidad por la albañilería, a los 15 años le preguntó a un albañil si era difícil el oficio “Él me contestó que se ocupaban como 2 o 3 meses, pero se refería a saber cucharear”, comentó.
A sus 23 años se casa con Marcela Antolín, también originaria de Ajijic y con quien tuvo siete hijos; Gerardo, Alma Angelica, Alfonso, Hilda Adelina, Lidia, Carlos y Beatriz. Fue por darle sustento a su familia que decidió entrar a trabajar en la obra.
“Aprendí muchas cosas y me la pasé muy bien, cuando uno de mis hermanos me propuso ir a Estados Unidos a trabajar y como me daba curiosidad saber cómo trabajaban por allá, me decidí a ir un por un tiempo a aprender sus técnicas”, comentó don Eusebio.
Llegó a Santa Ana, California y se fue a Watsonville, donde busco trabajó en la pizca de manzana, pero no era la temporada, por lo que se fue al estado de Oregón para trabajar en la pizca de fresa, donde fue complicado por los oficiales de migración: “En veces estábamos trabajando y llegaban, entonces todos los ilegales teníamos que correr a una loma que estaba ahí cerca, lo bueno que nunca me cacharon”, agregó.
Por la poca paga le perdió el gusto al trabajo, así que decidió regresar a Watsonville, a ver si encontraba trabajo en los cultivos de manzanas. Contó que se tuvo que regresar solo y le fue difícil ya que él no hablaba el inglés, pero consiguió llegar y trabajar un corto tiempo en la manzana, hasta que su hermano se lo llevó a trabajar en la construcción en San Francisco, donde aprendió a hacer terminados y a trabajar con block.
A su regresó entre sus 28 y 32, trabajó con la familia Medeles, primero con Mariano y después con sus hijos Rosendo y José, con quien comentó se llevaba muy bien y aprendió aún más sobre albañilería.
Compartió una de las anécdotas que más recuerda: “Una vez trabajando en un tejado, se nos dejó venir el agua, entonces estábamos trabajando muy rápido y Mariano, que también era albañil, nos ayudó para acabar más rápido y al día siguiente, nos dimos cuenta de que las tejas estaban chuecas y volteadas. Nos dio mucha gracia, y las acomodamos”.
Después de algunos años, trabajó con el contratista Gustavo Márquez, con quien hizo varias residencias entre Ajijic, la Canacinta, Raquet Club, La Floresta y San Antonio Tlayacapan, donde en algunas ya era el encargado, también llamado Maistro.
Entre sus 30 y 40 años sufrió un desgarre en el menisco de la pierna izquierda, el cual no trató inmediatamente, por lo que empeoró con el tiempo, hasta que fue intervenido, sin embargo, no mejoró, ya que el doctor no le advirtió que debía dejar de trabajar con mucho peso. Más adelante, 10 años después, sufriría la misma lesión en la pierna derecha.
A sus 50 años, volvió a Estados Unidos para seguir trabajando como albañil y encontró trabajó con un italiano, al que describió que no era fijado y que quería trabajos rápidos, por lo que solían estar hechos a la cuachalotada.
Al volver, trabajó un corto tiempo de nuevo con Gustavo Márquez; sin embargo, sus lesiones ya no le permitían trabajar sin tener molestias y a sus 71 años, se retiró de la obra paulatinamente.
Como siempre fue un hombre muy activo, nunca dejó de salir: “Aunque tenía problemas en las piernas, agarraba mi bici y me iba al cerro a cortar nopales; ya ahorita solo hago los mandados, y mi esposa y yo tenemos la ayuda de 70 y más, así que podemos mantenernos bien”.
Finalmente, a sus 79 años, y con 48 años de experiencia en la albañilería, le recomienda a quienes desempeñan este oficio, que no dejen nunca de aprender nuevas técnicas y que no le aflojen, ya que sus futuros trabajos dependen de sus recomendaciones.
Cruz en Jocotepec.
Berenice Barragán (Jocotepec, Jal).- A pesar de la pandemia por coronavirus, el sector de la construcción en Jocotepec no dejará pasar la tradicional celebración del Día del Albañil y el Día de la Santa Cruz, celebrado el tres de mayo.
Son cientos de obras las que que ya cuentan con la instalación de una cruz en lo alto de la misma, para pedir por la integridad de los trabajadores. Esta tradición que se remonta desde el siglo IV, basa su costumbre en las tradiciones de los antepasados, quienes de acuerdo a leyendas y relatos, fueron los evangelizadores católicos los que colocaban cruces cuando construían iglesias y conventos.
Para Jorge Barragán, quien es originario de la delegación de El Chante y ha dedicado más de 20 años de su vida a la construcción, esta tradición ya forma parte de sus costumbres y estilo de vida, pues compartió en entrevista que desde que era pequeño fue inculcado con la veneración a esta festividad.
“Cuando era niño, mi papá siempre nos decía que debíamos de poner la cruz en la casa, aunque tuviera años en obra gris, porque si no algo pasaría y tendríamos accidentes. Que nos caeríamos de la azotea o que podríamos quedar enterrados en cemento. Yo creo que comencé a celebrarlo más por miedo que por tradición pero cuando pasó el tiempo ya se volvió una costumbre”
Las caminatas al cerro para pasar la noche rezando y acampando en la base de la cruz, es otra de las costumbres que fueron adoptadas por los pobladores para celebrar este día. Quienes por gratitud y tradición visitan con sus familias las diferentes cruces de madera, metal o cemento que se encuentran en los distintos cerros de las comunidades ribereñas.
“Es algo que ya no hacemos, pero recuerdo como antes nos íbamos desde la tarde de un día antes a caminar para alcanzar lugar y poder dormir y rezar hasta que amaneciera. Entonces ahí compartíamos con los demás que visitaban la cruz”. Compartió el albañil.
Los altares del Día de la Cruz en Ajijic se llenan de despensas y otros artículos.
Sofía Medeles/Domingo M. Flores.- Tradicionalmente, por estas fechas, Ajijic se llena de altares decorados con artículos para el hogar -despensas-, toritos de pirotecnia y hasta música de mariachis y tríos que enmarcan el homenaje que las familias hacen a la Santa Cruz en su Día: tres de mayo. Sin embargo, en esta ocasión -dada la pandemia-, la tradición no se celebrará, al menos no de manera pública, lo que ha dejado acongojados a los vecinos de la calle Francisco Villa y el Barrio de Las seis esquinas, donde la muestras de los altares son más vistosas y numerosas.
Pero lejos de suprimir por completo la celebración del Día de la Santa Cruz, algunos vecinos del barrio y la calle, arreglaran sus cruces; no pondrán toda la ofrenda, pero posiblemente sí sacarán la cruz, mientras que las cruces de cemento que hay en varias esquinas del pueblo, también se planea que sean adornadas.
“Esto nomás es un mal rato, ya el próximo año nos ponemos al corriente y hasta nos vamos a reír de lo que estamos pasando ahorita. Yo por mi parte ya estoy haciendo mi ahorrado para pagar la cruz que descolgué”, sentenció una vecina de la pintoresca población.
Por otra parte, una habitante de la calle “La Villa” cuenta que ella y sus vecinos se sienten desanimados por no tener la oportunidad, como en otros años, de compartir esta tradición con sus familiares y amigos, porque además de vivirlo desde la fe, lo conmemoran de manera alegre y divertida.
“Nosotros la neta andamos bien cabizbajos, porque teníamos fe en que a estas fechas ya estaríamos un poquito mejor, aunque sea para salir, pero pues no. De perdis todo esto que empezó hace más de un mes, entonces las ofrendas no se compraron y no se desperdiciaron”, reflexiona la entrevistada.
Para un vecino de la calle La Villa, algunos lejos de estar tristes por la “cancelación” del Día de la Santa Cruz, se sienten aliviados, ya que este año no tienen que reponer el monto de la cruz que descolgaron. “Pero mis vecinas andan bien alivianadas; no van a pagar lo que ya se echaron, pero pues de todos modos ya les tocará”, sentenció.
Ante el cierre de las unidades deportivas, decenas de ciudadanos optaron por el cerro para realizar actividad física.
Miguel Cerna.- La tradicional visita a la “cruz grande” que realizan los jocotepenses para conmemorar el Día de la Cruz -el tres de mayo- no se permitirá este año, debido a las medidas sanitarias emitidas para evitar el contagio de coronavirus en la población.
La Unidad de Protección Civil y Bomberos contempla la implementación de un operativo, mismo que consistirá en la instalación de un filtro sanitario en la cruz intermedia del cerro ubicado en la cabecera municipal, según informó su titular Sergio Herrera Robledo.
El funcionario reiteró que actualmente está prohibido realizar cualquier actividad física y recreativa fuera de casa, medida que incluye a las unidades deportivas, plazas, malecones y senderos del cerro, pero debido al gran tamaño de este último, la gente sigue acudiendo.
“La recomendación es que no se realicen actividades al aire libre; aparte de lo de la contingencia, pueden generar un incendio. Ya hemos atendido a personas lesionadas, fracturadas arriba con cero visibilidad en la oscuridad, entonces son complicaciones a la hora del rescate, además de que hay muchas zonas que son muy resbaladizas”, abundó.
Tradicionalmente, desde temprano cientos de ciudadanos de todas las edades visitan los diferentes senderos para conmemorar el Día de Cruz y, por la tarde, en la cruz más alta se concentra la gente para escuchar música de banda, ingerir bebidas alcohólicas y otros alimentos.
Tras el cierre de los espacios públicos y algunos gimnasios, la actividad deportiva se concentró en el cerro, que por la gran cantidad de entradas los paseantes han logrado burlar la prohibición.
A nivel estatal, el pasado 19 de abril, el Gobernador Enrique Alfaro Ramírez emitió la prohibición de cualquier tipo de actividad al aire libre, incluyendo caminatas, paseos en bicicleta y salidas a correr; únicamente se podrá sacar a pasear las mascotas por una sola persona y con un máximo de 20 minutos, acatando las medidas de seguridad establecidas, como el uso del cubrebocas.
Por tal reglamentación, Sergio Herrera pidió a los jocotepenses hacer un esfuerzo por tratar de quedarse el mayor tiempo en aislamiento y realizar sus actividades físicas en casa; aunque hasta el cierre de esta nota, los pobladores han hecho caso omiso a las indicaciones, pues aún se reúnen en algunos espacios públicos -como la unidad deportiva en la calle Verano y el libramiento del municipio- para ejercitarse.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala