José Luis Salazar Jiménez “Chelís”, colocando la Cruz el 3 de mayo. Foto: Cortesía.
Armando Esquivel.- José Luis Salazar Jiménez o “Chelís” como lo conocen sus amigos, es un albañil oriundo de Jocotepec, con más de 40 años trabajando en la construcción; actualmente sigue aportando su experiencia para la edificación de viviendas.
José Luis, de 55 años de edad, platicó que inició como ayudante de albañil desde muy joven, pues la escuela nunca le gustó, ya que desde que estaba en el cuarto año de primaria ya quería seguir los pasos de su padre, fue así como inició su gusto por la construcción.
“En cuanto salí la primaria, luego, luego a la obra, tenía la edad como de 13, 14 años, y ya de ahí me metí a ayudarle a mi papá”, contó José Luis en entrevista, añadiendo que siempre estuvo atento para aprender nuevas cosas, lo cual se le facilitó. “Cuando él revisaba los planos, yo iba y me arrimaba, veía cuando platicaba con el ingeniero y todo”.
A decir de Chelís, a los 17 años ya estaba bien preparado, y a los 18 dijo que aprendió lo necesario, considerando que prácticamente ya contaba con su “título” como albañil, mismo que le otorgó la experiencia y la dedicación, cosas que lo llevaron a la construcción de grandes viviendas en Guadalajara, La Barca y Puerto Vallarta. Actualmente trabaja en la construcción de departamentos en Jocotepec, desde los cimientos, hasta los terminados.
Aunque a José Luis no le ha pasado nada, los riesgos en el trabajo de albañil son frecuentes, inclusive él ha visto de cerca los riesgos que conlleva la construcción. “Un hermano mío sí se cayó desde el tercer piso, de milagro se escapó; dos hermanos ya se han caído, uno del tercer piso y el otro de un segundo piso, pero no les pasó nada, puros golpes y eso”, recordó.
Ante los riesgos, Salazar Jiménez dijo que su truco está en la concentración, por lo que pone firmes sus pies, como si tuviera imanes pegados para no desequilibrarse.
“Yo lo que hago es andar concentrado, cuando ando en los voladeros no me gusta ser tan confiado, le digo a mi ayudante que me pongo imanes en los pies para tratar de no andar moviéndome mucho, porque sí se marea uno y más con esta edad que tiene uno, le gana a uno el peso, pero sí está riesgoso, la obra”, compartió.
Sumado al peligro, los albañiles pocas veces trabajan con un seguro médico o de vida, lo que vuelve el oficio más riesgoso. “Lo chistoso de mí es que de todos los años que he trabajado, yo creo que si son tres años los seguiditos que he trabajado con seguro, es mucho, la mayoría de trabajos es sin seguros”, contó José Luis.
Los momentos cómicos también son parte del trabajo, como lo ocurrido hace unos días, cuando pese a la experiencia obtenida, le surgió un error en su trabajo. “Hace poquito pusimos la ventana y cuando la terminé, en la tarde mi ayudante se pone a limpiarla y le digo que la abra, y vamos viendo que las manijas las pusimos del lado de fuera, en vez de darme coraje me dio risa”, dijo José Luis.
Para el Día de la Cruz, José Luis convivió con carne asada y Coca Cola, bebida que consume con frecuencia, evitando el alcohol, pues tiene ya muchos años que dejó las bebidas alcohólicas.
Salazar dice que se caracteriza por ser detallado y aprovechar todo el material, considerando que de esa forma se ha ganado su prestigio. Desde temprano, el maestro albañil toma su bicicleta para estar presente a las siete de la mañana y salir hasta las siete de la tarde, mientras que Reyes, un joven que funge como su ayudante o “chalán”, labora de las 08:00 a las 18:00 horas. Un maestro albañil gana por semana alrededor de tres mil 500 pesos, mientras que el ayudante recibe un promedio de dos mil 200 pesos.
Chelís dijo que lo que más le gusta, es el momento de enjarrar los muros, ya que considera le va dando la terminación a las viviendas. Lo que le da satisfacción y orgullo, dice, es ver sus trabajos tomando forma, así como cuando los concluye. “Mucha satisfacción y cuando le dan a uno las gracias el patrón y nos dicen, -trabajas muy bien-, se va uno contento. Es muy bonita la obra para mí, yo siento mucha satisfacción, hay veces que me quedo ya tarde, me gusta estar aquí en la obra, como si fuera mi casa”.
Gabriel Chávez Rameño, a sus 45 años de edad. Foto: Alma Serrano.
Alma Serrano.- Gabriel Chávez Rameño, cosalense de 45 años de edad, es un abogado de profesión, docente por vocación y cronista por pasión. Él también es maestro en Educación y ha promovido la identidad de San Juan Cosalá a través de sus textos históricos.
Desde niño, Gabriel fue terco y curioso con todo lo que percibían sus sentidos, “muy preguntón”, contó a Semanario Laguna. La curiosidad que lo hacía desarmar aparatos eléctricos para ver cómo funcionaban, lo llevó a leer y posteriormente a estudiar la universidad.
Al terminar su carrera, se involucró en la educación, siendo uno de los iniciadores de la telesecundaria de San Juan Cosalá, a la que le ha dedicado al menos la mitad de su vida; es además un apasionado de los deportes, principalmente, del baloncesto.
Dentro de su trayectoria como escritor, fue nombrado cronista en el año 2008, tras la presentación de su primer libro titulado “San Juan Cosalá, Periodo Prehispánico”, del cual tiene en mente sacar una segunda edición.
Además, tiene para este año varios proyectos relacionados con la historia, como una recopilación de leyendas previamente publicadas en periódicos como Redes del Lago y Semanario Laguna; un libro de leyendas cosalenses que sirvan como herramienta educativa; así como mejorar y dinamizar las siguientes publicaciones para una lectura fluida e interesante.
“Tengan hambre de conocimiento, desafortunadamente la tecnología o teléfonos celulares hacen todo por los jóvenes, impidiendo así usar su propio razonamiento lógico y la capacidad de resolución de problemas que nos ponga la vida”, concluyó.
Gabriel Chávez siempre se ha involucrado con los diferentes proyectos sociales, muestra de ellos es su participación por 20 años con el papel de Poncio Pilatos en el Viacrucis de San Juan Cosalá, además de ser uno de los organizadores. Asimismo ha incursionado en la política a nivel municipal y regional, además de ser un ferviente promotor del deporte en la localidad.
Carolina Tejeda Mendoza a sus 40 años, en la Galería Voz al Viento de Isidro Xilonzochilt. Foto: Alma Serrano.
Alma Serrano.- Carolina Tejeda Mendoza es una creadora tapatía de 40 años de edad, residente desde hace dos años de la delegación de San Juan Cosalá, quien promueve con las artes plásticas un impacto positivo en las vidas de las personas.
Aunque sus inicios formales en la pintura fueron a los 15 años de edad con la acuarela, desarrolló su gusto por las artes desde su infancia por haber crecido en un ambiente creativo y musical por su padre, quien era un guitarrista.
“Mi papá por ser músico se relacionaba con otros artistas de todo tipo, nace ahí mi interés por la varias técnicas de la pintura y a la vez era lo que tenía que suceder”, comentó.
Carolina cuenta con al menos 25 años de experiencia en la pintura, sobre todo en la técnica de acuarela, aunque ha experimentado con óleo, acrílico y grabado, además de formarse como Diseñadora Gráfica.
La creadora tapatía se involucró en proyectos altruistas, en ambientes sociales de grupos vulnerables, como personas con adicciones, adultos mayores en asilos e hijos de personas privadas de la libertad, impulsando un cambio positivo desde las artes.
“Logré con adultos mayores que a pesar de la edad que tuvieran siguieran con esas ganas, es con paciencia. Me motivó que hasta se pelearan familias por sus cuadros. El arte tuvo en ese momento el poder de reunir a la familia y que la gente tenga más vida”, mencionó.
A sus 40 años, Tejeda Mendoza se dedica al 100 por cierto a la creación, ha impartido talleres y ha participado en al menos 10 exposiciones en la Ribera de Chapala y Guadalajara.
“(El arte) en primer lugar, nos invita a expresar, desahogar emociones y experiencias; en segundo, conoces artistas incluso de todo el mundo y en tercera, debemos dedicarnos a una sola cosa que nos guste, sea lo que sea, si no, no eres tú”, finalizó Carolina Tejeda.
Natália Chaves Bandeira a sus 37 años, en el malecón de Ajijic. Durante una intervención con su proyecto Fonoteca de Ignorancias. Foto: Cortesía.
Alma Serrano.- Natália Chaves Bandeira es una artista visual y sonora de 37 años de edad, también maestra en docencia en Artes y Diseño por la Universidad Nacional Autonoma de Mexico (UNAM).
Nacida en Porto Alegre, Brasil y residente de Ajijic desde hace dos años, Natália contó a Laguna que encontró su vocación en el arte mediante una búsqueda constante basada en la curiosidad.
Pese a que desde niña tenía expectativas de convertirse en artista, el interés por conocer fue más allá de un simple sueño, ya que terminó no sólo estudiando en la facultad en Artes Visuales en Brasil, sino que también encontró profesionalmente eso que de niña no podía entender.
Por si eso no fuese enriquecedor, la misma guía de su intuición y pasión, la llevaron a externar, producir y gestionar el arte como una necesidad cultural y social. Volviendo al público un participante del lenguaje del arte.
“A mí me gusta que casi siempre se empieza un proyecto a partir de observaciones del entorno o de la vida personal y luego después vienen las preguntas. Casi nunca responden, sin embargo, llevan a otros lugares y a nuevas preguntas. Ese es un aspecto del trabajo artístico que se encuentra mucho con el trabajo de investigación. La curiosidad».
Fue a sus 18 años cuando se empezó a integrar en actividades colectivas escolares y técnicas como el grabado y el dibujo. Ya a los 25 años realizó su primer documental titulado “O Clube”, el cual trata sobre un grupo de músicos ancianos que mantienen la tradición de un género musical brasileño llamado “chorinho”.
Fue en ese proyecto cuando descubrió y enriqueció su mira hacia el arte, agregando el proceso de sonido, que más tarde incorporó a su propuesta de trabajo.
Otros proyectos de Natália Chaves también fueron la Fonoteca de Ignorancias; una cabina de teléfono que fue instalada en el Centro Cultural de Ajijic en 2022.
La intención fue que las personas entraran y grabasen un conocimiento suyo que les gustaría compartir con la Fonoteca. Y que aunque fue momentáneo, en sus planes tiene volver a instalar la Fonoteca de Ignorancias y desarrollar algunas piezas sonoras que están en proceso de investigación aún, que llegarán a ser una exposición.
Y finalmente, una nueva etapa en su carrera como productora y gestora en el Centro para la Cultura y las Artes de la Ribera inicia, para generar procesos positivos en cuestiones de arte, educación y cultura en la Ribera de Chapala.
Los temas de sus proyectos nacidos del descubrimiento, están basados en los distintos contextos, el sonido y el entendimiento de la escucha en la vida humana. Por lo que llegar a eso es una misión y satisfacción constantes.
“Con el tiempo, se percibe que uno es capaz de poner sus propias barreras. Entonces, en la duda, mejor hacerlo”, concluyó.
Amanda Lucy Murray a sus 46 años en Arte Café, Ajijic, junto a una fotografía de su autoría “En el skate”. Foto: Alma Serrano.
Alma Serrano.- Regresa empoderada. Tras una pausa creativa de siete años, la artista visual, Amanda Lucy Murray, está de vuelta en la Ribera de Chapala con sus dos grandes aliadas: la autoestima y la visión de género.
La creadora de 46 años originaria de Ajijic, contó a Laguna las peripecias que la llevaron a alejarse del arte, especialmente porque no creía en sí misma y dudaba de su trabajo.
“Yo veía a artistas hombres que hacían muy bien su trabajo. Ellos tenían éxito y las mujeres casi no. Me sentía en desventaja y yo pensaba que mi trabajo no era bueno”, compartió en entrevista.
El gusto por lo visual le llegó a Amanda Murray por herencia: su madre era fotógrafa, por lo que desde niña se integró a clases de pintura, primero con Enrique Velázquez y después en el programa de Neil James.
Estudió Artes plásticas en la Universidad Estatal de Washington, por lo que pasó una temporada de casi 20 años en Estados Unidos, dedicándose a la imagen digital, el diseño gráfico, la pintura y participando en los tianguis artísticos donde mostraba su trabajo.
Fueron siete los años que paró su producción artística, por no saber qué camino tomar; sin embargo al replantearse su carrera, se enfocó de lleno en la fotografía y la pintura.
“No sirve de nada arrepentirse, lo tomé como una lección, así estaba yo antes y mira que pasó, creer en uno mismo es dar muchos pasos”, dijo.
Sus técnicas predilectas son el acrílico y la acuarela; mientras que en la fotografía siempre ha puesto atención a los detalles “con la intención de captar la esencia de lo que sucede o desde una perspectiva diferente”.
Actualmente, Amanda Murray es creadora de medio tiempo y maestra de inglés, sin embargo, sus planes descansan en crecer como artista y seguir cultivando su talento.
Carmen Esthela, en la terraza de su casa, en la Ribera de Chapala.
Redacción: Frente a mis ojos veo su juventud, su fuerza, su alegría y en lugar de responderme su edad, sonríe diciéndome, “te sorprenderías”, también en eso noto su vivacidad.
Carmen Esthela Paez Puerta de Davis es la menor de sus hermanos y hermanas, hija del historiador y archivista de instrumentos públicos, Luis Paéz Brotchie y su madre Angelina Puerta Muro, una modista, quienes murieron a los 72 y 54 años de edad respectivamente.
“Luis, Angelina, Concha, Guillermo, Margarita, Felipa y Esthela, fueron mis hermanos mayores; había 20 años de diferencia entre mis hermanas y yo”, cuenta Carmen sentada en su sillón reclinable, mientras se arregla su chal.
Estudió comercio y trabajó durante 25 años en Bancomer, donde también se jubiló. “En mi casa ocupaban dinero, y aunque mi papá era muy intelectual y se la pasaba leyendo en su inmensa biblioteca, quien nos mantenía a todos era mi mamá, es por eso que quise ayudarla con el gasto”.
Primero murieron sus hermanos, su madre y después su padre. Se quedó sola, siendo la más pequeña y agrega con seguridad que su padre antes de morir le dijo: -váyase a una casa de asistencia mija-, “y que me voy a una muy elegante”, contesta pícara.
Vendió los libros de su padre al gobierno, y él a cambio, le regaló una casa, a la cual se fue a vivir por algún tiempo, pero con la intención de planear su futuro, vendió su propiedad y ahorró para comprarse una residencia elegante para pasar su vejez.
Pese a tener una variedad de novios durante su vida y que pensó en repetidas ocasiones “que no ya no le tocaban” ninguno de ellos y aunque le decían que “disque no estaba fea”, no encontraba la pareja ideal.
Antes de encontrar una casa para pasar su vejez, a sus 50 años conoció a un americano, salió con él tres días y al cuarto se casaron “sin tanta pensadera”. Él se llamaba Sam Davis. Viajaron desde Dallas hasta Ajijic para vivir muy felices durante los 32 años que tuvieron de casados hasta el 2020, año en que murió Sam, quien ya tenía problemas de salud. “¡Extraño a mi viejito lindo!”, dijo, mientras se le rozaron los ojos.
“Soy la única Páez Puerta, no tuve hijos, pero tengo muchas sobrinas y amigas, quienes me atienden como si fuera su madre”.
Esthela Davis cuenta con nostalgia que la vida le dejó muchas enseñanzas, algunas de ellas duras como ver morir a su esposo, a sus hermanos, padres y sobrinas; el desconsuelo de una falsa promesa de matrimonio que no se cumplió y donde le rompieron el corazón. Sin embargo, ella considera que su carácter le ha ayudado, junto a 35 años de yoga que practicó mientras su cuerpo se lo permitíó.
Ha tenido problemas de salud en varias ocasiones: ha tenido hernias y piedras en la vejiga, le quitaron la matriz y se quebró el brazo mientras se ejercitaba en un gimnasio, y añade: “he pasado por varias vidas, como un gato y sigo de pie”.
La viuda de Davis es elegante, presuntuosa, positiva y declara esas ganas de vivir desde que despierta hasta la hora de dormir.
“Soy vanidosa, perdón que lo diga. Me pinto el pelo, me pongo pestañas, me maquillo, uso ropa de moda para alguien de mi edad, salgo a caminar, manejo y veo películas, hago todo lo que el cuerpo me permite”, agrega audazmente.
Esthela Davis nos comparte la sabiduría que ha adquirido por décadas y las experiencias inoportunas de su camino, invitando a los lectores a aprovechar la vida, a vivir en el ahora, a darse cuenta de los privilegios con los que contamos, a levantarse las veces que sean necesarias ante las caídas, y la importancia de externar los sentimientos y respetar las preferencias individuales, sean cuales sean, ya que uno es dueño de su destino, asegura ella.
“Se necesita mucho valor y Dios me ha sacado de muchos hoyos en los que he entrado, he sabido darles las gracias a cada uno de mis problemas y tengo una alegría muy grande en mi corazón”, finalizó segura de sí misma.
Juanpi Medeles a los 26 años de edad. Foto: Alma Serrano.
Juan Pablo Medeles Córdova, alias Juanpi Medeles, es un compositor-arreglista y violinista, de 26 años de edad, originario de Ajijic, con talento y amor hacia la música, influido principalmente por su familia, quien lleva una línea musical extensa.
“Mi papá me enseñó lo bohemio y mi tío Manuel lo académico, la lectura y escritura. Ya en la universidad fui puliendo. Los arreglos ya los hacía, pero he mejorado con maestros particulares”.
El joven quien considera contar con más de 20 años de experiencia, cuenta a Laguna que su inicio en el ambiente artístico fue a los 5 años, cantando y jugando con el piano, sin embargo, fue de esa forma como su acercamiento a la música era cuestión de elección, pues la tenía en casa y también en la sangre.
A los nueve años decidió entrar a clases de piano, fuera de cualquier exigencia familiar, y se quedó. Tuvo como primer maestro a Emmanuel Medeles, su primo, quien era miembro del CREM, junto al director Víctor Manuel Medeles, donde aprendió a tocar, dio sus primeros conciertos y empezó a generar dinero a los 12 años, y de ahí se sumergió en aprender y prepararse.
“Me iba con Daniel y Alejandro, mis hermanos, nos íbamos a La Floresta y tocábamos casa por casa en épocas de navidad. A algunos les gustaba, nos daban cinco pesos o dulces, tocábamos en templos y nos daban dinero al final del año”, agregó el joven artista.
Medeles estudió música en la Universidad de Guadalajara y a los 18 años, trabajó en la Orquesta de Cámara de la Universidad de Guadalajara ‘Higinio Ruvalcaba’, para la cual hizo un gran esfuerzo, junto con su maestro de música, para poder ganar la audición.
Dentro de su amplia experiencia y trayectoria en la música y violín, ha compuesto para diferentes artistas y para diferentes instrumentos. Toca también órgano y piano, pero al que le ha apostado de lleno es al violín. Trabaja en el mariachi Axixic con su hermano también músico, Daniel Medeles, desde hace 5 años; además, ganó la audición para la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan y aún sigue preparándose, y explorando, lo que él considera, “su propia voz”.
Pese a que tiene talento como cantante, menciona: “me gusta hacer que las cosas sucedan, pero no me gusta ser la estrella a menos de que la estrella sea el violín”, eso le ha ayudado a ir encontrando su rol dentro del mariachi: “mis líneas son mexicano y sacra”, pero menciona a Laguna, “no fue nada fácil”, pues tuvo que desmantelar algunas creencias como músico y como persona, que le impedían involucrarse en ciertos géneros musicales y además, renunció a vivir cómodamente y tener dinero en los bolsillos por algún tiempo, para poder aprender y ser un músico profesional.
Asegura que vivir como él quiere no ha sido otra cosa, que el fruto de su disciplina, entrega y pasión. Con su intención de un constante cambio y búsqueda sobre todo de su “Ikigai”, concepto japonés que se usa para referirse al equilibrio entre: “pasión para lo que eres bueno, lo que el mundo necesita y lo que te da dinero, y creo haberlo encontrado”, finalizó.
Ángela Morfín Ascencio a sus 17 años. Foto: Alma Serrano.
Alma Serrano.- La cosalense Ángela Morfín Ascencio de apenas 17 años de edad, superó su timidez, dejó de tocar el violín, ya que ella lo que realmente quería es cantar.
“Sinceramente yo cantaba bien, tenía mucha pena, pero mis maestros y compañeros vieron el potencial que tenía y supe que eso era lo que yo quería y dejé el violín, o sea sí me gustaba, pero yo nací para cantar”, compartió Ángela Morfín.
A sus 11 años, Morfín Ascencio, por invitación de una de sus primas decidió entrar a la Orquesta Filarmónica Infantil de la Ribera de Chapala (OFIRC), creada por el maestro y músico, Daniel Medeles. Fue ahí donde aprendió a tocar violín, al principio como una forma de introducción a la música, aunque en el fondo lo que a ella le interesaba era cantar, aunque consideró que su personalidad era un obstáculo, pues era tímida y reservada.
Fueron alrededor de 3 años los que dedicó a tocar música de violín, sin contarle a sus compañeros de la Orquesta que lo que ella deseaba era cantar. Fue bajo la creación de un subgrupo en la OFIRC llamado “Ensamble Coxala”, que la joven comenzó a cantar después de que uno de sus maestros la escuchara. Fue entonces que abandonó definitivamente el violín.
Su timidez cesó al enfrentarse al público tras diversas presentaciones y conciertos, tanto de la OFIRC, como de la Sonora Pachanguera, grupo cosalense en el que comenzó a trabajar como cantante.
Actualmente Ángela estudia el último semestre de la preparatoria, pero tiene un sin fin de metas, como continuar en una escuela de música en San Juan Cosalá, entrar a la universidad para estudiar música, estar en un coro reconocido para tomar experiencia, cantar en las iglesias, formar un grupo versátil y su más grande sueño: ser reconocida internacionalmente y llegar a la fama.
Pese a que Morfín es fanática de la música K-Pop, sabe que otros géneros musicales como el regional mexicano o tradicional, es la música que la acercará a cumplir su sueño.
Para finalizar, Angela afirmó que aunque sus papás y otras personas tienen prejuicios acerca de lo que significa dedicarse a la música, en su opinión, “debes hacer lo que quieras con lo que tengas, en lugar de arrepentirse por lo que hubiera pasado. Siento que yo debo cantar”.
Martha Camarena Serrano (1965-2022) nació el 31 de marzo en San Juan Cosalá y murió la madrugada del 10 de diciembre en su casa. Fotos: cortesía.
Alma Serrano.- La reportera, profesora y activista de San Juan Cosalá, Martha Camarena Serrano murió a los 57 años de edad, después de un mes de estar en delicado estado de salud.
Camarena Serrano durante años fue la reportera de San Juan Cosalá para el periódico EL Charal, del señor Héctor del Muro, donde inmortalizó el día a día de dicha delegación de Jocotepec.
Fue maestra de primaria, secundaria y en la preparatoria Gustavo Díaz Ordaz. Desde que tenía 19 años impartió: Civismo, Historia y Ciencias sociales, incluso después de ya no ejercer la profesión, enseñaba en su casa.
En vida, hace 17 años fundó y organizó el maratón artístico (un evento anual con presentaciones artísticas en pro de personas enfermas de la población), junto con Enrique Rodríguez, Francisco Vázquez, Hilda Pinto, Cuca Villalobos y Luz María Camarena.
Su amor por ayudar también la llevó (durante décadas) a recolectar tapas de plástico para donarlas y ayudar a la Asociación Campeones de la vida NR AC (Nariz Roja), que ayuda a niños con cáncer.
Martha Camarena Serrano (1965-2022) nació el 31 de marzo en San Juan Cosalá y murió la madrugada del 10 de diciembre, en su casa donde vivió hasta su último día de vida.
“Nos sentimos con mucho dolor pero tranquilas. Mi hermana sabía cuánto la queríamos, siempre nos expresamos con ella y simplemente aceptamos que era su momento. Es gracias a Dios que estamos en paz”, comentaron Graciela y Eloisa, las hermanas de Martha.
Martha Camarena fue una mujer de mucha fe en la religión católica. Sus padres, Graciela Serrano Banda y Jesús Camarena Ramos, tuvieron 13 hijos, de los cuales ella fue la mayor de las mujeres y también “la consentida”, según coincidieron Graciela, Eloisa, Milagros y Guillermina, quienes estuvieron presentes en la entrevista con Laguna.
Y es que cuando ella cumplió siete años, sus padres comenzaron a ahorrar para sus 15 años y además pavimentaron el patio de su casa solo para su fiesta.
De carácter fuerte pero noble de corazón, imparable, una buena persona, trabajadora, organizada, proveedora y solidaria, es como la familia Camarena Serrano (propietaria de varias tortillerías en la población desde hace más de 50 años), recuerdan a Martha.
Fue velada la noche del sábado 10 de diciembre; la misa del sepelio fue el domingo 11 a las tres de la tarde en la parroquia de San Juan Bautista, y fue sepultada en el panteón de San Juan Cosalá, en la cripta familiar.
Retrato de Viviana Carolina del Toro Pulido con su guitarra. Foto: Cortesía.
Alma Serrano.- Viviana Carolina del Toro Pulido es una chapalense de 34 años que canta, toca guitarra y pinta desde hace más de 20 años. Su inmersión en el mundo de las artes llegó por añadidura al crecer en una familia de artistas.
Sus inicios en la música se remontan a cuando ella tenía 8 años, cuando formaba parte del coro de la iglesia, tras haber heredado el talento de la voz, de parte de su familia paterna, al igual que sus habilidades para la pintura, aunque lo aprendió como un estilo de vida y no como una fuente de trabajo, según contó en entrevista Carolina.
La joven empezó a pintar gracias a un taller que tomó en la Escuela de Iniciación Artística, de la antigua estación del tren de Chapala, a los 18 años, con Juan Luis Valadéz Márquez, donde aprendió la mayoría de las técnicas pictóricas que trabaja.
Todo su conocimiento formal lo ha adquirido mediante talleres y clases que ha tomado a lo largo de su vida, que le han permitido además de autoconocerse, tener estabilidad y ser feliz
“La influencia de lo que hacían mis papás ha sido determinante en mi vida, tanto que jamás he pensado en dedicarme a otra cosa. Mi mamá quería que fuera arquitecta pero no soy buena en matemáticas, me fui más por las artes plásticas”, compartió en entrevista.
Carolina actualmente canta y toca guitarra en el Coro Redes y Canto de Chapala; perteneciente a la Secretaría de Cultura Jalisco, en el Mariachi Nuevo Chapala y en un grupo versátil familiar llamado Ensamble Latino.
En cuanto a la pintura, es maestra de arte y pintura en el Centro Cultural Antigua Presidencia y en el Instituto Terranova. También trabaja como artista independiente pintando retratos por encargo, así como animales, sobre todo en peligro de extinción, como una forma de inmortalizarlos, todo de colores y usando técnicas mixtas como acrílico, óleo, acuarela y alto relieve.
Pese a que Viviana se dedica exitosamente a tres vertientes artísticas, durante la pandemia, la contingencia la hizo ser aún más creativa, realizando unas alcancías personalizadas que tuvieron lugar en una exposición colectiva en el Hotel Sol y Luna en Ajijic, las cuales fueron altamente demandadas.
Para finalizar, los retos más grandes que Del Toro Pulido ha tenido que enfrentar, son integrarse como maestra de arte y creerse realmente un artista, pues “el talento es importante pero meterse de lleno, pase lo que pase, es una habilidad que debes desarrollar”, consideró.
“Si tienes talento y te gusta, no lo dejes, vas a sobresalir, hazle caso a tu talento. Vivir de lo que te gusta no es trabajar, arriésguense”.
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