El Señor del Monte lleva más de 180 años recorriendo las calles de Jocotepec el tercer domingo de enero.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
Aquella vez, no pudimos llegar ni siquiera al umbral de la parroquia; Juan Pablo y yo, nos perdimos en la marea humana que se arremolinaba en torno a la imagen del Señor del Monte. Íbamos contra corriente; luego del roce con los cuerpos sudorosos en el que pudimos sentir hasta las costillas de los otros, volvimos al camioncito que nos había conducido hasta ahí y estuvo a punto de dejarnos. Al Señor del Monte no lo pudimos ver.
De aquel día distan ya más de 20 años. Hoy a media hora de que dé inicio la procesión, el atrio comienza a recibir a los peregrinos que siguen llegando, mas no inundan el recinto. Hay a decir de algunos feligreses, la mitad de asistencia a diferencia de los años sin pandemia por Covid-19. Unas cinco mil personas, según datos de la Dirección de Protección Civil del municipio de Jocotepec.
En el templo, ya están a puerta cerrada los miembros de la Guardia de Honor que preparan al Señor del Monte para su recorrido, como ha ocurrido cada tercer domingo de enero desde hace más de 180 años.
El cronista jocotepense Manuel Flores Jiménez, señala el año 1834 como la primera ocasión que los antepasados le celebraron su “función”, y el 8 de noviembre de 1833 como la fecha en que se congregaron también, para jurar por escrito tomarlo como patrón de sus vidas. En 1918 fue renovado dicho juramento.
La Guardia de Honor está compuesta únicamente por varones, todos, descendientes directos de aquellos personajes que hicieran el juramento. Son unos 150; la mayoría adultos, el más pequeño tiene 11 años de edad. Están agrupados por familias; cada una con una tarea específica como organización, preparación de la imagen para su recorrido y cuidado y custodia del patrono durante la procesión.
Pertenecer a la Guardia de Honor es un privilegio que se hereda de generación a generación y se convierte en un regalo que llega por destino.
Los hombres de la Guardia de Honor están vestidos con camisas blanquísimas, rodean a la imagen que ya ha sido bajada del altar y terminan de prepararla para su caminata. En el lugar hay pocas mujeres; no llegan a diez, son familiares directos de los integrantes de la Guardia de Honor. Fue hasta hace unos diez años que comenzó a permitirse el ingreso a las mujeres.
Ya está abajo, el Señor del bautisterio, así lo llamaban los antepasados antes de convertirlo en su patrono, según los registros del cronista Flores Jiménez.
El Cristo, dirige la mirada al cielo con los labios entreabiertos, es de una nariz afilada, con barba y cabellera negra. Tiene los brazos extendidos sobre la cruz de madera que aparece reluciente; esa cruz “morena de sol” como la llama el padre Benjamín Sánchez en el Romancero de la vía dolorosa, está bordeada de rayos dorados.
El Señor del Monte lleva puesto un cendal cobrizo con ricos bordados y en la cabeza, una corona esplendorosa hecha de rezos y plegarias siempre escuchadas, porque “este Señor es muy prodigioso”.
-Yo soy uno de sus milagros- Me dice Manuel Ibarra, quien salió victorioso de un diagnóstico de cáncer. Previo a internarse en un hospital, imploró al Señor del Monte por su salud y tocó con un trozo de algodón el cuerpo del crucificado, para llevarlo consigo en la batalla contra la enfermedad. De ello hace ya 12 años.
Jesús Pérez es nieto de Cándido Pérez, el último estuvo presente en aquel juramento histórico y aparece en una pintura, “El juramento” que se encuentra en la sacristía de la parroquia. Ahora el señor Jesús participa al lado de su hijo Óscar Pérez y su nieto Alejandro Pérez.
A minutos de comenzar, las campanas doblan con sabor a fiesta, empieza a conformarse una valla humana y las decenas de ojos miran ansiosos la enorme puerta de madera.
-¡Viva el Señor del Monte!- Grita la voz de un hombre secundada por otra voz femenina.
-¡Viva!-
Responden las voces fervorosas y se abre la puerta.
Los fieles se aglomeran al encuentro del Cristo crucificado. Suenan los tambores de los danzantes y comienza el peregrinar.
Encabezando la procesión va una niña de unos cinco años con atuendo de danzante, emula los pasos de sus mayores y se desliza segura a lo ancho de la calle.
Un hombre y una mujer llevan unas playeras blancas, “Danza por manda” se lee en letras negras, con ellos van formadas más personas que danzan durante todo el recorrido, formadas en filas ordenadas. También va la banda de guerra, un joven con zancos que ayuda con el orden de los caminantes y un mariachi.
Una voz femenina reza el rosario desde un carro con una bocina y canta.
Algunas calles están adornadas con moños de listón satinado rojo y amarillo, también con arcos de flores frescas.
El Señor del Monte va cargado por una guardia de 20 hombres, uno de ellos camina de espaldas, cada cierto tiempo a lo largo de la caminata se intercambian por otro grupo de 20. Se hacen cinco guardias a lo largo del peregrinar, en total son cien hombres los que cargan al santo patrono.
Los “vivas” al Señor del Monte se escuchan a lo largo del recorrido, los ojos llorosos buscan el rostro del crucificado, hay muchas lágrimas derramadas, cuantiosas plegarias en silencio, que se anuncian con la mirada lacrimosa de los que salen a su paso.
Algunas personas van descalzas y con los ojos vendados; una fila de hombres y mujeres que avanzan hincados de rodillas en sentido contrario a la procesión, van al encuentro de la imagen, apoyados en cobijas dobladas que les tiran en el piso.
Los oficiales de Protección Civil vigilan a los que van hincados y les ayudan a levantarse.
Los uniformes caqui de los oficiales y sus cascos amarillos se mezclan con los trajes de brillantes botonaduras de los mariacheros y las blancas camisas de los guardianes de la fe.
Oficiales, fieles, músicos y sacerdotes convergen en una procesión ancestral, dedicada a aquel antiguo Señor del bautisterio que convoca a miles porque su presencia irradia un no sé qué.
El diezmatorio, libro donde se asentaban las aportaciones que ofrendaban como diezmo los feligreses. Foto: María del Refugio Reynozo Medina. Cortesía Archivo histórico de la parroquia de San Cristóbal Zapotitlán.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
“Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos”, así dice la cita bíblica de Proverbios 3:9.
Nena tiene 85 años y su hermana Consuelo 95. Consuelo recuerda que desde que tenía unos cinco años, sus padres les enseñaron la fe católica, ellos iban a misa, el templo aún no estaba terminado en su construcción, recuerda que los niños cuando iban a la doctrina llevaban baldecitos con excremento de burro para los adobes que se hacían ahí mismo.
Pasojo, boñiga o liga; así les decían a las heces de los burros, que por esos años había en demasía. Los animales andaban sueltos, caminando, masticando el zacate de las calles, metiéndose entre los cercos.
Los pobladores no solo contribuyeron con la edificación del templo, cuya fecha exacta se desconoce, sino también al sostenimiento de la iglesia a través del diezmo.
En el Archivo histórico de la parroquia de San Cristóbal Zapotitlán se encuentran los diezmatorios, que eran los libros donde se asentaban los ingresos que la iglesia recibía por parte de los feligreses.
El diezmo se entregaba en su mayoría mediante el fruto de la cosecha, a veces la ofrenda eran gallinas, puercos y hasta huevos. En estos registros que datan de 1966 hasta 1970 aparecen los nombres y la cantidad de cargas de maíz que se entregaban a la iglesia. El párroco era el sacerdote Pedro Ramírez González. Nena lo recuerda, era un hombre güero, alto de ojos azules, muy risueño.
-Me acuerdo que mi papá llevaba una carguita de maíz de su desmonte-
Durante los meses de cosecha se podían ver las decenas de burros afuera del templo descargando los granos, esencialmente de maíz, a veces garbanzo. Atrás del templo, a espaldas del altar principal, donde ahora se hacen las reuniones de Alcohólicos Anónimos, había un troje, ahí guardaban lo que alcanzaba.
Recuerda que había quienes llevaban gallinas. Ella llegó a salir a las calles con una canasta para recolectar casa por casa huevos para las mejoras del templo, también aportación en dinero para la mesada del padre. Al pueblo, llegaban muchos polleros.
–Gallinas que vendaaan– gritaban. Se las cargaban al hombro sosteniéndolas de las patas y otras como racimos las cargaban por puños.
En el diezmatorio aparecen los nombres de los personajes que existieron, ahora todos ya fallecidos pero vivos en la memoria de esta mujer de 85 años.
Uno de los nombres es Florentino Gaspar con 2 cargas de maíz; él y Carmen Mosqueda eran los dueños de una tienda, ahí se vendía petróleo que era el combustible para los aparatos que iluminaban las noches porque no había energía eléctrica, lo tenían en unos tambos grandes y la gente se lo llevaba en botellas.
También vendían el maíz con el que las mujeres hacían el nixtamal, para luego convertirlo en tortillas que preparaban todos los días en un fogón y con el metate. La manteca de cerdo la vendían en un rectángulo de papel estraza.
Otro de los nombres que aparecen es el de Benjamín Medina con 7 cargas de maíz, (cada carga significaba un aproximado de dos costales de los que ahora conocemos).
Daniel Cervantes aparece con 11 cargas, él fue un arduo benefactor del templo; donó las imágenes del Sagrado Corazón y la Virgen María de tamaño natural que trajo de Guadalajara y aún se encuentran en la parroquia. Él y su hermana Luz Cervantes vendieron un terreno para contribuir con ello a la terminación del templo.
La lista sigue; Alfonso Morales que está registrado con una carga, fue padre de Julia Morales, la mujer menudita y morena con el rostro eternamente sonriente encargada del correo. Muchas mujeres esperaban su paso con ansias en su recorrido cargando los sobres.
Decían que una ocasión algún pretendiente le dijo a su paso si quería ser su novia y ella le respondió, –más adelantito-. Cuadras adelante se le apareció de nuevo para saber su respuesta, ella se refería a después en otro tiempo. Y seguía entregando suspiros de casa en casa.
-¿No me ha llegado nada Julia?- preguntaban algunas mujeres.
Juanita recuerda que la esperaba con ansias porque era la portavoz de noticias de su marido que estaba en los Estados Unidos trabajando y entre las letras de amor venían dobladitos algunos dólares.
Justino Larios que también aparece con una carga, era un gran músico, tocaba el clarinete; su hermana Dominga Larios tuvo la caseta con el primer teléfono del pueblo, la caseta de madera estaba pegada en la pared, tenía una manivela y teclas para marcar.
-San Cristóbal llamando a San Pedro- decía la operadora Dominga Larios.
Mandaban los recados muchas veces del padre.
En la lista también está José Rodríguez que aportó una carga, era albañil, casi el único en esos tiempos, hacía sus casas iguales, un cuartito con su ventana y un corredor.
Aparece también Esteban Chavira con la aportación de media carga, él hacía pastorelas en la calle, les leía los diálogos al diablo y a Gila que era otro personaje.
Uno de los cánticos decía:
–La Virgen lavaba y San José tendía, el niño lloraba del frío que tenía.
Los ensayos eran de noche cuando los hombres y mujeres terminaban sus jornadas al amparo de las velas o aparatos de petróleo. Cuando alguien quería que los pastores les cantaran los invitaban y les hacían comida, eso era solo en tiempos de Navidad.
Recuerda que, en una procesión a Jocotepec durante las fiestas del Señor del Monte, él hizo un carro alegórico y sacó a Víctor Amezcua de Jesucristo, la gente hasta lloró de ver tan real al personaje, dicen que esa foto se la llevó a Roma un sacerdote que vino de visita y la gente fue en peregrinación a saludarlo al crucero.
Brígida Velasco que aparece con media carga, hacía velas de cera muy adornadas, escamadas, los adornos sobresalían como un resplandor de la misma cera; la ponían a asolear; Nena recuerda esa escena con Brígida sosteniendo el pabilo y dejando escurrir la cera para formar velas de todos tamaños. El hijo de Brígida era peluquero, dicen que se echaba buches de agua para lanzarlos a la cabeza de los clientes y preparar la cabellera para el corte.
El paisaje dibujado del San Cristóbal de aquellos años se cuela por las memorias de los hombres y mujeres que lo vivieron, son solo recuerdos que se desvanecen, sin embargo, las listas de todos los nombres de quienes existieron están ahí en los documentos, en los diezmatorios que son testigos mudos del inevitable paso del tiempo.
The Entry of the iconic image of the Holy Virgin of Zapopan, Patroness of the Archdiocese of Guadalajara and Queen of Lake Chapala, kicked off the celebrations of Señor del Monte, Patron Saint of the town of Jocotepec since 1833. The celebrations which began January 6, recalled that according to tradition, Señor del Monte saved the people of Jocotepec from the Morbus Cholera epidemic. The Holy Virgin of Zapopan is also known for miracles such her emergence intact from the collapse of a chapel in 1609
The Holy Image stayed until 4:00 pm on Sunday to return to its resting place in the Basílica of Zapopan, where images of the Virgin and Señor del Monte were worshiped by hundreds of faithful in the hope of putting an end to the new global pandemic.
Renovación de juramento.
Héctor Ruiz Mejía.- Transcurría el año de 1833, cuando la epidemia de Cólera Morbus, diezmaba al estado de Jalisco, y así, compartiendo la misma suerte, el municipio de Jocotepec, por lo que tras la desesperación y calles infestadas de muerte, la comunidad ribereña pidió clemencia al entonces Cristo del Bautisterio; ahora, el Señor del Monte.
Fue así, que el municipio de Jocotepec fue bendecido por la protección del Señor del Monte, mitigando los contagios y la comunidad, agradecida, juró cada año a partir de entonces, conmemorar la bendita memoria de quien fue su protector en aquel evento epidemiológico.
La Influenza Española no fue la excepción y la comunidad de Jocotepec, acudió una vez más, por el favor de su protección ante la nueva epidemia de 1918, por lo que se hizo la primera renovación del juramento, el 6 de diciembre de ese año.
Ahora, 188 años después, a los tres días de enero del 2022, tras casi dos años de una pandemia mundial de Covid-19, la comunidad de Jocotepec se congregó a instancias del atrio de la parroquia del Señor del Monte, alrededor de dos mil personas, para atestiguar un histórico Segundo Juramento.
Tras una oleada de contagios y variantes que parecen no cesar, la gente volvió a acudir a su Santo Patrono, con la finalidad de solemnizar formalmente, un Segundo Juramento al Señor del Monte, clamando en sentido de ruego, el milagro de erradicar en el municipio la enfermedad.
La firma del Segundo Juramento fue presidida por las autoridades religiosas representadas por el señor Obispo Ramón Salazar Estrada y el señor cura Jesús Quiroz Romo (párroco de Jocotepec); así como las autoridades civiles, el presidente municipal, José Miguel Gómez López, el síndico municipal, Carlos Chacón y el secretario general, Rogelio Ramos Pérez.
Así, en un evento histórico del cual Miguel Miramón (ferviente partidario del movimiento conservador en las Guerras de Reforma) hubiera celebrado desde el más allá.
La iglesia, el gobierno municipal y la comunidad se congregó como un solo ente, con la voluntad de refrendar como Patrono General en todas las necesidades, la Sagrada Imagen de Jesucristo, conocido bajo la advocación del Señor del Monte.
Y así, bajo el mismo juramento, el pueblo de Jocotepec reiteró su compromiso de continuar celebrando anualmente en las mismas fechas, que en ningún tiempo ni en ningún caso podrá variarse, las sagradas fiestas que año con año logra reunir a los gremios que representan a todas las actividades de la sociedad.
“Ya nos salvó en dos ocasiones de la tempestad, y esta vez, con el coronavirus, lo volverá a hacer”, expresó una de las asistentes a la festividad, quien año con año espera la llegada de los ahora 13 días de fiesta.
La imagen de la Virgen del Tepeyac formada por azulejos.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
Cuando la presión arterial se le elevó a más de 200, Amparo se desplomó ante la presencia de sus tres hijos menores; el más pequeño tenía cinco años y el mayor diez. Lo último que recuerda antes de que la vista se le comenzara a nublar, es la angustiosa mirada infantil de los tres pequeños que la rodeaban. Había una décima de la Virgen de Guadalupe colgada de la pared. (cartel de las fiestas religiosas) ahí detuvo la mirada.
-Mira mis niños Madre mía- suplicó.
Amparo con el último aliento que sentía, imploró quedarse aún más al lado de sus hijos que la necesitaban.
Cuando recobró el conocimiento estaba frente al médico que no se explicaba que ella estuviera viva. De eso han pasado ya 50 años.
La devoción y fervor a la imagen Morena han acompañado a Amparo, quien con sus hijos levantó un altar dedicado a la virgen del Tepeyac en un terreno de su propiedad.
La imagen que cuelga de la pared de ladrillos es una copia exacta de la que se encuentra en la Basílica en la Ciudad de México, fue traída de allá por su nieta mayor, ahí les dijo un sacerdote que ante la imposibilidad de acudir a la basílica para pagar alguna manda; se podría acudir al lugar donde quedará esta imagen.
Una ermita para la Guadalupana
Felicitas tenía 51 años cuando regresó a la tierra que la vio nacer, San Pedro Tesistán en el municipio de Jocotepec. La casa paterna tenía profundos recuerdos de la infancia; ahí se llegaron a celebrar misas en la época de la Guerra Cristera.
La veneración a la imagen de la Virgen de Guadalupe fue una herencia familiar. Felicitas, a quien en el pueblo llaman afectuosamente Chita, continuó con la práctica fervorosa hacia la imagen; ella, junto con su inseparable hermana Emilia, promovió la celebración de las mañanitas a la Guadalupana en su día.
En diciembre de 1989 justo en la víspera del día, su madre cayó enferma y fue hospitalizada de emergencia por una complicación pulmonar. Chita fue corriendo al templo y ahí en el altar, elevó un grito desesperado por el temor de perder a su madre biológica y el dolor de no celebrar a su otra madre la Virgen de Guadalupe, como tanto lo había planeado.
-¡Quería estar con mis dos madres!-
Rogó a la Virgen; finalmente pudo estar al lado de su madre en el hospital, ser testigo de su recuperación y también cantar las mañanitas a su madre morena.
Emprendió una misión: Edificar una ermita al filo de la carretera para que custodiara a su pueblo.
Recuerda que la búsqueda del terreno fue un gran reto, era un espacio federal y había que realizar los trámites correspondientes para comenzar con la edificación. Fue la familia Tovar Orozco quien cedió un espacio de terreno particular para comenzar la tan esperada obra. Fue necesario retirar un árbol espinoso que se encontraba y la ermita comenzó a levantarse justo a la mitad del pueblo, sobre la carretera federal.
La familia Fuentes encabezó el proyecto y las voluntades se unieron.
Con rifas, bailes, kermeses, aportaciones de la Cruz Roja de Chapala y el Club Social de San Pedro radicado en los Estados Unidos, se pagó la obra.
El 12 de mayo de 1991 se celebró con una misa solemne la inauguración de la ermita.
Formada por un mosaico de azulejos, la imagen de la Guadalupana ocupa el lugar central del altar, enmarcada por dos columnas de cantera y a sus pies una escultura de San Juan Diego.
Chita mandó imprimir un cartel con un listado de todos los que contribuyeron a la edificación de la obra. Ahí aparecen desde los donadores del terreno, hasta quien rifó un asador para contribuir a la causa y quien anunció sin cobrar, los eventos en beneficio de la obra.
Su madre murió en 1992, en 1993 Chita fue sometida a una operación del páncreas; hace un año se fracturó la cadera de una caída y en cada uno de esos trances ha invocado a la Virgen de Guadalupe.
En una ocasión, durante la procesión de la Virgen, sintió que no tenía fuerzas para continuar y se detuvo ahí justo en la ermita. Cuando comenzó a aproximarse, se dio cuenta que estaba un muchacho de unos 15 años, de espaldas. Miraba la imagen y lloraba inconsolablemente.
-Escúchalo Madre, te necesita.
Pidió ella.
El muchacho se volvió y salió caminando serenamente.
El pasado mes de mayo, la ermita cumplió 30 años y el sueño de Felicitas es que no se pierda la celebración, que ese lugar siga siendo un remanso de paz y tranquilidad para los pobladores.
Para ella es tan bonito ver que los rudos traileros que conducen por el lugar, inclinan la cabeza con veneración y se persignan a su paso.
“Que sepan que en San Pedro tenemos madre”, dice la mujer que no le pide nada a la Virgen, porque Ella le da todo sin pedirle.
La imagen de la Purísima Concepción de María colocada en el altar de la calle Fernando Real, en la cabecera municipal de Chapala.
Jazmín Stengel.- A pesar de que las autoridades eclesiásticas negaron el permiso para realizar la acostumbrada fiesta de La Purísima Concepción de María en Chapala, los vecinos mantuvieron viva la tradición de los altares, los últimos tres días del novenario 6, 7 y 8 de diciembre, así como su respectiva misa a mediodía.
Como es tradición en el barrio de ‘La Puri‘, los altares fueron colocados en el fondo de la calle Fernando Real, Máximo Rivera Hernández y Nicolás Bravo. Siendo el segundo día en la privada Máximo Rivera Hernández, donde los vecinos más aportaron, consideró Daniela Casillas, vecina de la casa con el número 21, y quien está a cargo del último altar desde hace tres años.
«Casi lloro de coraje», expresó Daniela, empuñando las manos al confesar que este año la ayuda que recibió fue casi nula. Sólo unos cuantos vecinos le ayudaron, en su mayoría adultos mayores y es que, «la celebración ya no se hace como antes», dijo Juan Manuel Negrete, también vecino de la comunidad.
Este 8 de diciembre solamente se veía una mesa de «vendimia» como le llamó la gente, al ser los salchipulpos la única opción de la noche. Antes se realizaba una kermés donde todos los vecinos cooperaban para la producción, y el dinero recabado se aportaba a la construcción de la capilla, ubicada en la calle Guerrero, entre Miguel Martínez y la Estación. Hoy en día la construcción continúa en obra negra.
Los jóvenes que todos los días se reúnen en una de las esquinas del barrio La Purísima, también extrañaron las fiestas, la banda y el relajo. Además de bailar, bebían y se divertían, «¡se ponía chingón!, venía gente de todos lados y de todos los barrios», exclamó “Bebé”, como se apoda uno de los presentes. También explicó que las bandas compartían el escenario con todo tipo de músicos que deseaban dedicarle una canción a la Virgen.
«Yo vine a traer a mis hijos especialmente en estas fechas para que conozcan nuestro ambiente», comentó con tristeza uno de los Hijos Ausentes, que son las personas que se van a buscar mejores condiciones de vida.
El entrevistado tenía la ilusión de subir a los niños a los juegos mecánicos o mostrarles el arte de los tradicionales castillos de pirotecnia mexicanos. Este año estaban tan ausentes como ellos.
Image of the Virgin of Guadalupe, possibly from the 18th century, in her recently restored niche.
Sofía Medeles (Ajijic, Jal.)– Over the past few months the niches holding religious icons and images in the parish church of San Andrés Apóstol have been covered with gold leaf. The pottery technique used for the láminas de oro involves applying and burnishing the applique to give it a brilliant shiny surface.
Fernando and Hugo, workers who live in the Archdiocese of Guadalajara, told Laguna that they have worked on the main altarpiece, the niche of the Virgin of Guadalupe – an image that possibly dates from the 18th century-, and are currently working on the niche of the Sacred Heart, immediately on the left side of the altar.
«For the moment we are doing well, but the work on the other niches will depend on donors financing it,” said Fernando, who said that the work is being paid for by benefactors from Ajijic and another part is being paid for by the parish. Fernando added that by the year 2022 the site where the image of the Sacred Heart rests will be finished, and they will learn whether to continue or stop for the time being.
The current coordinator of cultural heritage of Chapala, Antonio Velazco, a restorer and conservator by profession, said that the approximate age of the image of the Virgin Guadalupe was 18th century He said hat maintenance actions such as removing dust from an image, are allowed, however, restoration must be authorized and subsequently supervised by the National Institute of Anthropology and History. However, because of the care and precautions taken for the image’s removal and storage to protect it from work in progress, permission was not needed from the National Institute of Anthropology and History (INAH).
Translated by Patrick O’Heffernan
Procesión de Santa Cecilia a escasos minutos de comenzar su recorrido por las calles de San Juan Cosalá.
Héctor Ruiz Mejía.- Músicos festejaron a su Patrona Santa Cecilia, este pasado 22 de noviembre, en la Plaza Principal de San Juan Cosalá. Los festejos comenzaron desde la noche del domingo, donde con música y fiesta, velaron la noche completa para despertar a primera hora a Santa Cecilia; Patrona de los músicos, quien su retrato es resguardado en el Templo de San Juan Bautista, ubicado dentro de dicha delegación.
Así, con menos de una hora de descanso y otros completamente trasnochados, los músicos participantes del evento que duró todo el día, se olvidaron del sueño y temprano en la mañana del lunes, dieron una serenata alrededor de las calles de San Juan, para culminar una tradicional birria para “despertar” y los palomazos que nunca dejaron de sonar, en lo que esperaban la salida de Santa Cecilia.
Previo a la tradicional procesión de la Santa Patrona de los músicos, la cual en un carro adornado por los propios habitantes, intérpretes de agrupaciones musicales como Mariachi Nuevo San Juan, Banda La Única San Juan y Banda Match, entre otros, convivieron al compás del tequila y el acordeón, quienes al unísono cantaron canciones emblemáticas como; a mí que me lleve el diablo y aquí todo sigue igual.
“Aquí nos cooperamos entre todos para que esto sea posible, bajita la mano esto nos costó alrededor de 30 mil pesos, entre toda la comida, el vino, la renta del carro y la montada del escenario”, explicó uno de los músicos participantes.
Fue así, que transcurrido el día, con carnitas, refrescos, cerveza y botellas y cada vez más asistencia por parte de la comunidad, de festejar unidos su día y de celebrar a su Patrona, al punto de las seis de la tarde comenzó la tradicional procesión, con una asistencia aproximada de 800 personas, entre danzantes que custodiaban la travesía de Santa Cecilia, como de los propios músicos y gente que acompañó el recorrido.
“Llevamos ya 30 años festejando de esta manera a nuestra patrona y nuestro día, poco a poco se ha convertido en una tradición ya en nuestro municipio, pues se viene gente hasta de Ajijic y de la propia cabecera para disfrutar y pasarla bien”, comentó uno de los músicos de Teclados Versátiles de San Juan Cosalá.
La delegación de San Juan Cosalá cuenta con una población total de ocho mil 453 personas, de cuales cuatro mil 160 son hombres y cuatro mil 293 mujeres y que pese a que aún prevalece un analfabetismo considerable en pleno siglo 21 (alrededor del 2.69 por ciento) la delegación es un gran referente cultural, tanto musical, como artístico, siendo por esta razón, Santa Cecilia, (Patrona de los ciegos y poetas) esencialmente de los músicos, una figura preponderante en el las festividades religiosas de la comunidad.
Santa Cecilia o Cecilia de Roma, fue una mujer que fue martirizada por mantenerse firme a su fe tras su conversión al cristianismo, siendo estipulado el día de su fallecimiento, tras ser decapitada el 22 de noviembre.
Fue nombrada Patrona de los músicos por el Papa Gregorio XIII en el año 1594 y la cual sigue vigente hasta la fecha, dijo que había “demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Así, su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música”.
Durante la tarde noche del 22 de noviembre, tanto feligreses como músicos se reunieron para recorrer en procesión las calles de San Juan Cosalá. Foto: Héctor Ruíz.
D. Arturo Ortega. – La tradicional celebración a Santa Cecilia, patrona de los músicos en la delegación de San Juan Cosalá logró reunir tanto a feligreses como a músicos de la localidad quienes celebraron la fiesta de una manera religiosa a través de las calles de la población y su templo, así como con música en la plaza y convivio.
Te compartimos una serie de imágenes tomadas por Héctor Ruíz, en las que se refleja la manera de celebrar esta fiesta de los músicos, al estilo cosalense.
San Andrés Apostle, patron saint of Ajijic. Sofía Medeles.
Sofía Medeles / Translated by Patrick O’Heffernan (Ajijic, Jal.)– A few days before the start of Ajijic’s patron saint festivities (November 22-30), the authorities have finally given the green light for the festivities, which, due to pandemic restrictions, will be held as the ancestors used to do it, the old-fashioned way.
The conditions include a closing time of 12:00 midnight, a restricted capacity, sanitary checkpoints in charge of the guilds, signage at entrances and exits, permanent use of masks and monitoring by the Municipal Government.
Maximiliano «Max» Macias, who is in charge of the delegation’s office, commented that they are working together with merchants, guilds and organizing groups, to be able to bring a very healthy and old-fashioned celebration.
«They will be different this time the festivities, as to come with the family, spend some time and have dinner. We are starting little by little and reactivating the economy. For example, merchants who have not been able to make a living will be allowed to work, as long as they respect the requirements of the Ministry of Health,» said Max.
Likewise, through the delegation’s web page -Delegación Ajijic 2021-2024-, the calendar of activities for the novenario (9-days of masses and celebrations) was published; The guild schedule is: Nov.22nd musicians’ guild), Nov. 23rd merchants’ guild, Nov. 24th terrace owners who reached an agreement, and Nov. 25th the new youth guild). People agreed to bring musical groups to perform at the kiosk, while from November 26th to 30th, the activities that will take place will depend on the budget of the remaining guilds.
People have taken this news as good, since, both in social networks and in interviews conducted by Semanario Laguna, they expressed their joy for the realization of the festivities. «It is good because on the one hand we see that little by little we are getting out of this pandemic, and on the other hand because they give the population a space to have fun,» highlighted Sara, an interviewee from Ajijic.
Finally, the person in charge of the office called the attendees to the celebrations in honor of Saint Andrew the Apostle, and the merchants, to respect the established measures, otherwise, with all and penalty, they will be called to attention.
The program of the religious novena to St. Andrew the Apostle will be held as usual
The program of activities and participating guilds is on the wall of the parish of San Andrés Apóstol
Sofía Medeles /Translated by Elisabeth Shields (Ajijic, Jal.)- The religious celebration of San Andrés Apóstol will take place in the usual way -unlike the celebrations in the main square, which will have modifications-, with the mañanitas, masses, rosaries and Eucharistic adoration.
The mañanitas will be held at 7:00 a.m. The masses will be held at three different times, 8:00 a.m., 12:00 p.m. and 7:00 p.m. Rosaries will be at 6:30 p.m., and Eucharistic adoration – in charge of Adorers and Honorary Adorers – will be on Wednesday, November 24, Thursday, November 25 and Friday, November 26.
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