(de Izq. a Der.) Integrantes del Mariachi Centenario de Chapala: Eric Cerna, Ramón Úlises y Brandom.
Jazmín Stengel.- “No fue el mejor, pero sí mejor que el año pasado”, manifestó Eric Serna, trompetista del Mariachi Centenario durante una reunión informal de los músicos durante su jornada laboral, en la cual Laguna estuvo presente.
Los mariachis ‘Centenario’ y ‘Águila’, así como el norteño ‘Los Alacranes’, entre otras agrupaciones que trabajan en el malecón y áreas turísticas de Chapala, mencionaron haber obtenido ingresos de hasta mil pesos, diarios por persona durante la época de invierno.
Cabe destacar que cada mariachi cobra 250 pesos por canción al público en general y estos se integran de cinco hasta siete músicos. La temporada buena comenzó desde noviembre, sin embargo, en los días festivos «hasta nos cansamos de trabajar», agregó nuevamente Eric.
La situación en la cabecera municipal ha mejorado al grado de que Eric y sus compañeros han preferido quedarse en Chapala, en lugar de viajar a Puerto Vallarta como acostumbran en esta temporada cuando es baja, comentó el músico.
Por otra parte, los solistas que trabajan en Ajijic centro y los restaurantes a su alrededor consideraron diciembre como el mes más bajo de la temporada, siendo que en enero «la gente ha sido más espléndida«, concordaron tres de los guitarristas en el área.
Al contrario de los comerciantes del Tianguis Navideño, del área comercial del malecón e incluso los restauranteros, quienes sin importar que tan grande o chico es su negocio se quejaron de las bajas ventas durante las vacaciones invernales.
El puesto Panadería Juárez, tiene 20 años continuos visitando Ajijic durante las fiestas patronales a San Andrés Apóstol, y ocupando el mismo lugar, Carretera Oriente, al cruce con la calle Marcos Castellanos.
Sofía Medeles (Ajijic, Jal.)- ¿Quién no ha probado las gorditas de nata de la panadería ambulante Juárez? Es esa que cada año en las fiestas patronales se encuentra al pie de la carretera Chapala-Ajijic, en su cruce con la calle Marcos Castellanos, la cual, siempre se llena de gente esperando sus conocidos panes.
La familia Juárez que trabaja en la panadería, consta de un tío, Juan, y sus sobrinos: Mario y Julio. Son originarios de Texcoco, Estado de México, y tienen 20 años continuos –incluido el año pasado, el cual fue marcado por el confinamiento y la cancelación de varias festividades- trabajando la panadería ambulante, mayormente por todo el centro de México.
“Antes andábamos por la mayor parte de México, de feria en feria, por el norte, el sur y el centro, pero ya que tenemos familia, se vuelve más complicado ir tan lejos, y ahora solo nos movemos entre Michoacán, Jalisco y Colima”, mencionó Juan, mientras amasaba la masa con la que realizan los populares panes.
En la delegación de Ajijic, su fuerte son las gorditas de nata, donde es habitual ver una fila para comprarlas; no obstante, sus demás panes también son muy buscados por clientes de otras localidades, como la trenza de queso crema con mermelada de zarzamora, los picones de nuez, entre otros panes de feria.
Además, Juan aseguró que Ajijic es uno de sus lugares preferidos. “Nos gusta mucho Ajijic, porque la gente de aquí es muy cálida y nos recibe muy bien, ya tenemos amistades de años aquí en el pueblo. Solemos hablar primero con nuestros conocidos de donde colocamos el puesto para pedir permiso, y ya luego, nos comunicamos a la delegación”.
Aunque, como en todos los aspectos de la vida, han surgido envidias, cosa que no les afecta para seguir con su trabajo. “Han venido de otros puestos, a reclamar, porque la gente prefiere venir aquí al pan, eso por la calidad que manejamos, la cual, procuramos que se mantenga alta, solo ignoramos comentarios malintencionados y seguimos con lo nuestro”, argumentó Juan.
Los entrevistados, compartieron que fueron los clientes de Ajijic, los que permitieron que la pandemia no les afectara tanto, ya que, vinieron en el 2020, en plena pandemia, y las ventas se mantuvieron, e incluso aumentaron, ya que fueron de los pocos puestos que visitaron el poblado.
Finalmente, Juan, manifestó en nombre de su familia, un agradecimiento a los ajijitecos por recibirlos con tanto entusiasmo y fidelidad a su producto cada año, ya que esperan seguir viniendo por muchos años más.
Ramiro Durán Cuevas es originario de la cabecera municipal y bolero por vocación.
Miguel Cerna.- Desde hace 25 años, Ramiro Durán Cuevas hizo del boleo de zapatos su sustento diario; ahora, en los tiempos de la pandemia del coronavirus, sus ventas han bajado hasta en un 80 por ciento.
Ramiro es uno de los seis aseadores de calzado que trabajan todos los días en la plaza principal de la cabecera municipal de Jocotepec -de ocho de la mañana a tres de la tarde-; al igual que sus compañeros, se resiste a dejar de trabajar, ya que aunque sea poquito, es bien agradecido.
Antes de la contingencia, este hombre de 50 años -que ha dedicado la mitad de su vida a trabajar de lleno como bolero-, en un día bueno, llegaba a limpiar entre 35 y cuarenta días; ahora, llegar a los 10 ya es rentable.
Con el cierre de las plazas públicas, hace poco más de un mes, también vino la parálisis de su oficio, pues no se les permitió seguir trabajando; por tal motivo, Ramiro Durán tuvo que ofrecer sus servicios de boleo y pegado de suelas por la calle.
“No se puede uno quedar en su casa, de por sí la economía está de la fregada y ahorita más con esa cosa -la coronavirus., menos se puede quedar uno en su casa. Yo no he dejado de trabajar, poquito, más que nada por las calles porque aquí hubo un tiempo en el que no me dejaron trabajar, hasta hace unos 15 días nos permitieron volver”, contó bajo la sombra del olivo negro situado en una esquina de la plaza, lugar al que fueron reubicados para dejar libre el cuadro principal.
Aunque Durán Cuevas decidió a los 25 años dedicarse en su totalidad al boleo, aprendió desde los 10, cuando su abuelo paterno lo instruyó en las técnicas del lustrado de zapatos. En aquel entonces, cuando corrían la décadas de los 80, por este servicio se cobraba 50 centavos.
Con media vida en la plaza principal, este bolero ha sido testigo de las transformaciones sociales que ha vivido la población, pasando de ser un pueblito pacífico a un lugar donde, como sucede en la mayor parte del país, es mejor no confiar en todos.
“Anteriormente se vivía más cómodamente, más pacífico, tenías menos peligro; hoy en día es muy difícil porque no conoces a la gente, anteriormente toda la gente era humilde y hoy ya te debes de cuidar de todos”, rememoró.
Aunque hay poco trabajo por el momento, la atención de los pocos clientes que le llegan, un poco de música y el “cotorreo” con sus amigos -con quienes comparte el fervor de estar en la plaza- le acompañan en sus jornadas laborales; así ha sido desde hace 25 años.
“Yo no me aburro, porque a pesar de que hay poco jale ahorita, aparte de todo tengo a mi amigos y aquí nos cotorreamos”, concluyó mientras sus diestras manos entintaban de café los zapatos de un cliente recién llegado.
El corazón de Ajijic, donde coexisten artistas y artesanos, hoy en día está vacío.
Sofía Medeles/Domingo M. Flores.- El encierro -primero sugerido y ahora obligatorio- en el Estado de Jalisco por la pandemia de la COVID-19, ha dejado estragos económicos en todo tipo de oficios, siendo el sector artístico y artesanal algunos de los más afectados en la ribera de Chapala, específicamente en la artística población de Ajijic, cuna y vivienda de diversos creadores.
El reconocido pintor Jesús López Vega, uno de los pioneros en el movimiento artístico de Ajijic, informó que sí se ha visto un “panorama alarmante” en la economía del artista: «Muchos de mis clientes regresaron a Estados Unidos porque empezaron a cerrar fronteras, entonces las ventas de arte bajaron notablemente».
Para el entrevistado, uno de los aspectos positivos es que la pandemia llegó a México al final de la temporada alta en la ribera de Chapala -finales de abril principios de mayo-, lo que de alguna forma amortiguó un poco el golpe económico, ya que si la COVID-19 hubiera llegado en invierno a México -que es la temporada alta en Ajijic- hubiera sido devastador.
«El inicio de la contingencia empezó más o menos al tiempo en el que baja la temporada de venta artística en Ajijic; en temporada de Pascua se vende regular, pero con la contingencia de plano no se ha vendido nada. Afortunadamente yo tengo un trabajo en el que me dedico a decorar casas, con esos trabajitos la he podido estar llevando», declara con una expresión de preocupación Jesús López Vega, quien cree firmemente que con cooperación de todos el problema sanitario no se agravará.
Para Sofía Márquez, que cuenta con su propia marca de ropa artesanal y es dueña de Fiaga Boutique -tienda ubicada en el corazón de Ajijic-, ha sido difícil sobrellevar esta situación, sobre todo porque labora con un equipo que la ayuda a sacar el trabajo.
“Les di a las chicas una ayuda de un mes, pero ya este mes se va a acabar. Ya no hay manera de solventarlas nuevamente, no hay venta, la tienda está cerrada y por lo tanto no hay ingresos”, sentenció Sofía.
Sus expectativas no son los mejores para los siguientes meses: “La verdad, mi expectativa es mala; crisis económica es lo que yo auguro, al no haber recursos, no hay turistas y no hay trabajo. Yo siento que esto se va a acomodar hasta finales de año y, actualmente, mi esposo es quien se encarga de nuestras necesidades”, acotó la diseñadora.
Bruno Mariscal hijo, como creador plástico y músico, está consciente de la afectación económica en el gremio, ya que la temporada vacacional -Semana Santa y Pascua- es un lapso fuerte de ingresos para los comerciantes y artistas del pueblo “porque los turistas son buenos compradores de arte”.
Sus ingresos actualmente vienen del negocio donde trabaja con su padre -ubicado por la calle Marcos Castellanos, a unos metros de la plaza principal-: “Seguimos ofreciendo impresión, al igual que producción de mercancía -con la imagen- de Ajijic; además también creo obras artísticas desde casa, esperando que sean de agrado”, acotó el joven entrevistado.
La pandemia no es menor y esto lo hace saber Bruno. Aunque duda que las personas se mantengan en el encierro durante los dos meses recomendados por las autoridades -abril y mayo- compartió un mensaje de esperanza y unidad.
“En estos dos meses yo no creo que pase, pero sí me gustaría pedir que todos como nación que formamos, tomemos conciencia y nos cuidemos, salgamos solo lo necesario y sigamos las normas de cuidado; de nosotros como sociedad depende que esto dure menos y no se desate una tragedia mayor”, afirma con seriedad el joven.
Por su parte, Daniel Tejeda, cantante de una agrupación versátil llamada “Sol y Luna”, señala que sus ingresos dependen de sus presentaciones musicales, que ahora han sido canceladas hasta nuevo aviso.
“Con el grupo nos cancelaron todas las presentaciones y como yo sólo me dedico a la música, hago actos como solista en varios restaurantes, que ya cerraron”, sentenció Daniel, quien se ha visto en la necesidad de ser apoyado por sus hijas, a quienes actualmente no puede visitar debido a la emergencia sanitaria que ya está en fase tres, la más crítica de la pandemia.
“A nosotros como artistas no nos ayuda ni el gobierno, ni los patrones” , sentencia Daniel.
Rafael cava un agujero con el pico de su martillo de mano, para ir colocando el empedrado sobre la calle Aldama de Ajijic.
Arturo Ortega (Ajijic, Jal).- En México, la mayoría de las calles de los pueblos podrían ser la imagen de una bonita postal, como es el caso de las de Ajijic; mismas que, a pesar de las políticas de progreso que buscan pavimentarlas -a lo largo de sus administraciones-, ha conservado sus empedrados gracias a la movilización y preferencia de sus pobladores.
Sin embargo, conservar el empedrado no es un trabajo sencillo; se debe pasar horas bajo el sol, buscar la cara de la piedra y colocarla en perfecta armonía para que pueda embonar con las otras y así tener un empedrado resistente al paso de los vehículos.
Este ha sido el oficio del señor Rafael Uribe Castellanos quien, con 55 años de experiencia y a pesar de las condiciones, dice que le tiene gusto a su oficio -enseñado por su compadre, cuando tenía alrededor de 16 años de edad-.
Sin prisa, Rafael cava un agujero con el pico de su martillo de mano para ir colocando la piedra, mientras su hijo mayor va sacando las piedras de los baches, para luego rellenarlos, nivelar y volver a colocar la piedra.
Con una voz tranquila, Rafael cometa que su oficio lo ha llevado a muchos lugares lejanos como Tepatitlán en la región de los Altos de Jalisco u otros estados del norte de la República como Chihuahua, es por lo que es difícil encontrar empedradores en su pueblo, ya que por lo regular trabajan fuera.
Pero, no siempre la gente es agradecida con el trabajo que el empedrador realiza, pues Rafael refiere que ha habidos pueblos donde la gente no les ha ofrecido ni un vaso con agua, lo cual; no ha sido el caso de Ajijic, donde sus pobladores han sabido tratar bien a los empedradores.
Acompañado de uno del mayor de sus hijos y uno de sus hermanos, la cuadrilla de Rafael ha trabajado desde el 2019 en la rehabilitación de las calles del municipio de Chapala, con una paga de 70 pesos por metro.
Trabajan así pues aseguran que trabajando por el día, no hacen por sacar el trabajo rápido; por lo que concluyen que lo más conveniente, tanto para los contratistas como para los mismos empedradores, es trabajar por metro.
Rafael señala que el empedrado en suelo duro como en Ajijic puede durar más que otros lugares donde es más blando el terreno.
A sus 71 años de edad y con la dificultad de poder encontrar empleo, Rafael prefiere seguir arreglando empedrados pues dice que los viejos son más responsables que los jóvenes, además considera que en su casa se empezaría a enfermar: “pinches patas se empiezan a engarrotar y ya uno no puede hacer nada y aquí me la llevo tratando de sacar algo”, comentó con franqueza.
Como jefe de familia y consciente del tiempo, Rafael delegará los trabajos que le vayan cayendo a los tres de los seis hijos que tiene, para que las nuevas generaciones se vayan enseñando y no se pierda el oficio.
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